Entre tantos álbumes clásicos que cumplieron 50 años en 2017 se contaba también "The Piper at the Gates of Dawn", el debut de Pink Floyd con Syd Barrett al comando de la guitarra, la primera voz y la composición de la mayoría de los temas. Al celebrar los 40 años, en aquel momento (2007), el aniversario se celebró con la edición de un CD doble que contenía las versiones estéreo y mono de Piper... así como también una versión triple que contenía los primeros singles del grupo, con sus correspondientes lados B. En aquel momento a Alfredo Rosso le tocó rememorar el álbum para revista "La Mano", y aquí lo traido a colación, de modo que aquí tienen el artículo en cuestión.
Por Alfredo Rosso
En 1966 Pink Floyd era ya uno de los grupos más populares de la comunidad psicodélica londinense. Sus conciertos en el Marquee, en el UFO y en otros clubes de la capital inglesa atraían cada vez más fans, que contemplaban extasiados los juegos de luces y entraban en trance con las extensas zapadas del grupo. En marzo de 1967 el grupo consigue un contrato de grabación con el sello EMI y graba su primer simple, "Arnold Layne", con producción de Joe Boyd, un estadounidense radicado en Inglaterra, que sería clave en el renacimiento del folk-rock británico a través de sus trabajos con Incredible String Band, Fairport Convention, Nick Drake y John Martyn, entre otros.
"Arnold Layne" trataba de un personaje que se viste de mujer y sale de noche a robar ropas de los tendederos suburbanos. El tema del transvestismo aún era tabú para la sociedad inglesa de los 60 y la BBC no tardó en prohibir su emisión radial, dándole al simple una cuota extra de publicidad. El segundo simple de Pink Floyd, "See Emily Play", nació de un show multimedia llamado Free Games For May en el que Pink Floyd tomó parte. La intrigante protagonista se inspiró en Emily Kennett, una presencia habitual en los eventos del underground londinense.
Tras el éxito de sus primeros singles, Pink Floyd entró en los estudios Abbey Road, para grabar su primer álbum con Norman Smith, un discípulo del productor de los Beatles, George Martin. A todo esto, en el estudio de al lado, John, Paul, George y Ringo registraban Sgt. Pepper's. En esos días Syd Barrett era el cantante, guitarrista, compositor de casi todo el material y el referente principal de Floyd. La mayor parte de The Piper At The Gates of Dawn fue compuesta en un breve período muy productivo en el que Syd estaba contento y con tiempo para escribir. Pronto las presiones de la fama y el uso habitual del LSD, desgastarían su mente, pero en este álbum debut de Pink Floyd, Syd aún sostenía firmemente las riendas creativas del grupo.
En consonancia con el amor de Barrett por los cuentos infantiles, The Piper at the Gates of Dawn tomó su nombre de un capítulo del libro “The Wind in the Willows”, de Kenneth Grahame. Comienza con "Astronomy domine”, supuestamente incitado por la primera experiencia de Barrett con LSD, que le produjo la sensación de estar suspendido durante horas entre los planetas Júpiter y Venus. Sin embargo, la canción es bastante más compleja; una notable proeza de la imaginación que evoca la sensación de asombro y a la vez de terror de un astronauta enfrentado por primera vez al gran espectáculo del cosmos.
"Lucifer Sam" nació como "Percy the rat catcher" y hubo planes de transformarlo en un film de media hora de duración. En el argumento original, Lucifer Sam era el gato siamés que acompañaba a su felino colega Percy en la cacería de los roedores. Su modelo fue Elfie, el gato que Barrett tenía en su elegante departamento de Cromwell Road, conseguido con los primeros frutos de la fama. La frase "Jennifer Gentle, sos una bruja" es una referencia a la entonces novia de Barrett, Jenny Spires, y la enigmática parte "vos sos el lado izquierdo / él es el lado derecho" alude probablemente a las diferencias funcionales entre los dos hemisferios del cerebro, un tema candente en los artículos sobre psicología de esos días. El tema muestra, además, a la guitarra de Barrett en toda su originalidad, con un uso creativo del efecto de eco.
"Mathilda Mother", evocaba un cuento para la hora de dormir y se basaba en el libro Cautionary Tales del escritor Hilaire Belloc. "Había un rey que gobernaba la comarca / su majestad tenía el control / y con ojos de plata / el águila escarlata / arrojaba plata sobre la gente...” “Dale, mamá, contame más" respondía el coro, como si fuese el chico deslumbrado y ansioso de que el cuento no termine nunca. De manera similar,
"The Gnome" remitía al Señor de los Anillos, de Tolkien, con sus imágenes fantásticas acerca de gnomos y genios de un mítico reino subterráneo. Otra canción asociada a un cuento infantil es "The Scarecrow". La escritora June Wilson escribió un libro con el mismo título y un argumento similar: un espantapájaros que se siente triste porque querría extraerle algo más a su vida, pero cobra conciencia de que no se puede mover y finalmente se resigna a su suerte.
Por su parte, "Flaming", remitía a la niñez de Barrett y a sus juegos con su hermana Rosemary en la ciudad natal de ambos, Cambridge. Abundan las referencias a la naturaleza, a las flores y al campo abierto, temas recurrentes en las letras de Syd.
El apogeo de la psicodelia coincidió con un interés por el misticismo y las disciplinas filosóficas de la antigüedad. Una de los textos que se utilizaban como guía era el "I Ching", el célebre Libro de los Cambios chino, de 5000 años de edad. Es un importante elemento en la filosofía taoísta y confucionista y se usa como un horóscopo poético de profecías. Buena parte de la letra de "Chapter 24" proviene directamente del capítulo 24 de ese libro: "Todo movimiento se realiza en seis etapas/ y la séptima trae el retorno / el siete es el número de la luz joven / se forma cuando la oscuridad se incrementa en uno.”
Syd Barrett era, sin duda, un componente muy importante del primer Pink Floyd pero no era todo el grupo. La contribución del órgano de Rick Wright fue decisiva en la creación de la atmósfera psicodélico-cósmica de los temas. En esta fase de Floyd, Wright compartía la parte vocal con Syd en varias canciones, un aporte nada desdeñable a la magia del disco. Por su parte, Nick Mason sumaba su buen gusto en la forma de varias sutilezas percusivas y Roger Waters, además de su rol de bajista, aporta a la composición. Roger escribió "Take thy stetoscope and walk", un extraño relato acerca de un médico, cuyo principal atractivo está en la furibunda zapada que se desata en el centro del tema. El intrigante “Pow. R Toc. H” lleva la firma de los cuatro músicos, pero nació también de una idea de Waters: en el código interno del ejército inglés de la Primera Guerra Mundial, el "Toc H" era un casino donde, al entrar, los rangos eran pasados por alto y oficiales, suboficiales y soldados se trataban, por un rato, como iguales.
Pink Floyd tuvo que hacer algunas concesiones en este primer álbum con respecto a sus actuaciones en vivo –sobre todo en la duración de las canciones- pero hubo un tema que quedó casi tal cual lo hacían sobre el escenario, como una declaración de principios. "Interstellar Overdrive" duraba quince minutos y era una auténtica excursión musical por los pasillos del cosmos. Según la leyenda, fue concebido cuando el manager del grupo, Peter Jenner, intentó mostrarle a Barrett la tonada de una canción que tocaba el grupo norteamericano Love, que resultó ser "My little red book", de Bacharach y Davis. Al tratar de replicar Syd lo que tarareaba Jenner, surgió el riff principal de "Interstellar Overdrive"
Piper terminaba con "Bike" (Bicicleta), otra de esas pequeñas viñetas con las que Barrett aludía a cosas simples con una mezcla de sencillez y excentricidad. En el futuro las cosas no serían sencillas, sin embargo. El colapso de la mente de Syd motivaría su aislamiento del resto del grupo y finalmente su reemplazo por un amigo de la adolescencia, David Gilmour. Pero The Piper at the Gates of Dawn, quedó como testimonio de su pináculo artístico y sigue refulgiendo con igual intensidad en 2007 como en aquel ya lejano día de agosto de 1967 en que vio la luz del día por primera vez. En cuanto a la versión del álbum que apareció en estos días, la edición especial triple vale la pena por incluir “Arnold Layne”, “See Emily play” y otro puñado de temas muy difíciles de hallar, como los lados B “Candy and a currant bun” y “Paintbox” y la cara principal del tercer single de Floyd, “Apples and oranges”, una de las últimas muestras del caótico genio creador de Barrett al comando de Pink Floyd.
Alfredo Rosso