Algunas veces para saber lo que estoy pensando tengo que venir al blog para leerme en el mismo momento en que estoy escribiendo. Me parece ya un poco obsesivo. Más o menos lo que le puede pasar a más de uno de esos políticos que se juegan mucho en la próxima consulta catalana, que de acuerdo a los resultados,dirán una cosa u otra al día siguiente, el primer día del resto de la vida.
La mañana siguiente a los comicios, en lugar de mirar el tiempo que va a hacer, habrá que mirar al mapa de España, por si le falta un pedazo o no.Acabo de ver a través de la red una especie de tráiler de “Ocho apellidos catalanes”, aunque en realidad no se ven imágenes de la propia película sino a los protagonistas promocionando la cinta. Al final en lugar de ser una película española, será una producción internacional con actores de diversos países, al menos de dos. Es una especie de triste cachondeo elevado a la máxima potencia.A este vecino del mundo le da mucha pena, y nunca ha querido tener esa sensación, ni mucho menos que la tengan por él. Pero entre unos y otros se ha llegado al borde mismo del abismo, a un momento en que ya nadie puede seguir adelante con su discurso porque no queda ni terreno ni tiempo, y lo próximo puede ser oscuridad.Se deberían de dar pasos atrás, y dejar de decir lo que se ha estado proponiendo hasta ahora, eso de “yo la tengo más grande”, porque puede ser como encontrar entre varios un billete de quinientos euros, y como nadie lo quiere soltar, al final se rompe y no sirve para nadie. El punto en el que nos encontramos es digno de una película de los mismísimos Hermanos Marx, el de la parte contratante de la primera parte…, o como diría ahora el pueblo llano, esa frase tan reiterativa de “se les ha ido la olla”.Unos pusieron una especie de cortina de humo para intentar ocultar sus miserias o las de, al parecer, una familia que fue “muy honorable”, y otros han entrado al trapo más que Islero, el toro que mató a Manolete y que comprobó que incluso matando no le sirvió para salvarse.