"Una sombría mañana de finales de un lluvioso octubre, Arvin Eugene Russell iba correteando detrás de su padre, Willard, por el borde de un pastizal que dominaba una hondonada larga y rocosa del sur de Ohio llamada Knockemstiff. Willard era alto y huesudo y a Arvin le costaba seguirle el paso. El campo estaba invadido de zarzas y de matas descoloridas de pamplinas y cardos, y la niebla del suelo, tan espesa como las nubes grises del cielo, le llegaba hasta las rodillas a aquel chico de nueve años."
El año pasado este autor desembarcaba en nuestro país con un libro de relatos, Knockemstiff, consiguiendo el apoyo y aplauso unánime de todos sus lectores. Lo mismo daba que fueran críticos que lectores ocasionales todos cayeron (caímos) rendidos antes sus letras. Cuando vi el libro que hoy acerco, no pude resistirme a la tentación de conocer un poco más la pluma del autor en su primera novela. Hoy traigo a mi estantería virtual El diablo a todas horas.
Willard Russell reza a un árbol en el bosque junto a su hijo, Arvin. Es una suerte de ritual que no puede verse interrumpido aunque sí teñido de sangre. Arvin crecerá en esta América plagada de personajes miserables que lo irán rodeando con sus desventuras. Asesinos, autoestopistas, pederastas se unen en este lugar. Conocido el comienzo... el resto tendréis que descubrirlo vosotros, al menos esta vez no sería justo entrar en más detalles.
Lo primero que quiero dejar claro es una cosa: Knockenmstiff existe. Hoy es un pueblo fantasma que está deshabitado o al menos eso es lo que parece, pero en su día en este pueblo de Ohio nació un tal Donald Ray Pollock. Dejó sus estudios para trabajar en una empresa cárnica y el trabajo en esta para irse a una fábrica de papel. Hasta los 55 años no se graduó en un programa de escritura creativa... pero todo esto no es lo que me importa realmente. Mi duda es sobre el lugar que lo vio nacer. No se que le sucedió al autor ni que había en las calles de ese pueblo, pero tuvo que ser algo que le marcase. Tal vez no, y fuera un lugar idílico con casitas todas iguales y apartamentos bien distribuidos, con niños gritando y jugando en las calles... en ese caso el autor lo olvidó. Porque nada de eso aparece reflejado en sus libros. Más bien al contrario.
Donald Ray Pollock nos da cuenta de las miserias humanas una a una. No es un libro de relatos aunque nos vaya relatando las vidas de sus protagonistas. Sin tregua. Desde los bosques hasta las casas que poco a poco vamos imaginando desvencijadas porque no vemos nada bonito en el libro. Es una lectura turbadora, no cabe duda. Las miserias siempre lo son, y la maldad, los trastornos... las suciedades del alma. Porque hay, y muchas, y siguen estando aunque se rece. Nadie escapa en este lugar a la pluma del autor que parece recrearse en cada sombra, exponiéndola para que no seamos capaces de apartar la vista. Sucede con este libro un poco como con los triángulos de las carreteras que provocan que la gente aminore la marcha para echar un vistazo. Sabemos que lo que nos vamos a encontrar no es hermoso, pero aún así no desviamos la vista. Si bien Arvin lleva el peso principal de la obra, hijo de un hombre atormentado por el recuerdo de una crucifixión durante la guerra, no estará sólo en este retrato de grupo que nos presenta hombres y mujeres atormentados.
Hace unos días traía a Cormac McCarthy y decía que era un autor que conseguía que nos moviéramos incómodos en el sillón. Hoy traigo a otro que consigue lo mismo con una prosa mucho más elaborada. Un thriller que tendremos que tener cuidado al cerrar porque os advierto una cosa... si lo hacéis deprisa os puede salpicar la sangre.
Me gusta seguir la pista de autores que me impactan en un primer contacto con ellos. Tiendo a buscar más, a comprobar que no fue suerte. Y más aún si lo que he leído era su primera obra. De este modo donde otros siguen libros por temática o por género yo lo hago por autores. Y vosotros, ¿elegís los libros siguiendo temática o autores u os basáis en las sinopsis independientemente de la firma?
Gracias