Revista Maternidad

El diablo se viste de rayas

Por Lamadretigre

El diablo se viste de rayasHay que ver la que estamos liando en casa tigre este verano. Y es que seis tigresas bajo el mismo techo son muchas fieras que lidiar. Bueno, en realidad el bacalao lo estamos cortando la abuela tigre y servidora. Llevamos un Agosto como el de hace veinte años cuando tuvimos la grandiosa ocurrencia de sincronizar mi pubertad y su menopausia. Ardió Troya. Y este verano va a caer Pompeya. Si no al tiempo.

Que conste que hoy me pillan de buenas pero ayer ya estaba yo en idealista buscándome un apartamento para poner playa de por medio el verano que viene. Acaba una exhausta de ser madre de familia numerosa e hija adolescente a la vez. Un minuto estoy increpando a mis criaturas para recojan las chanclas que van abandonado por doquier y al siguiente tengo a la abuela en la chepa abroncándome en cascada para que recoja yo la mías.

Tendrían que haberle visto la cara a la abuela tigre cuando me vio sacar las rayas por segunda noche consecutiva. Una mezcla de consternación y no te he educado yo para este desastre fashionista. Cuando me calcé las chanclas, de noche, hubo que abanicarla para que volviera en sí. Yo podría haber claudicado y haberme apuntado al flúor y a la sandalia de tacón para darle una alegría a mi madre pero me pudo la adolescente que hubo en mí. En un arrebato de rebeldía me armé de valor y me compré tres bikinis. Marineros. Los tres. Desde aquel día se pone la hamaca mirando al mar para no verme.

Y es que la abuela es mucha abuela. Glamourosa toda ella, espléndida a sus casi setenta años, moderna pero elegante, con un tipo que ya lo quisiera yo hace tres niñas. Y luego voy yo, con mis rayas, mis chanclas y mi barriguilla floja. Enemiga de los tacones, el maquillaje y todo bolso que no admita bandolera. Yo que hace tres años cometí la tropelía de dejarme crecer las mechas y luzco desde entonces una melena opaca, como sin luz. Palabras textuales de mi madre que ha llenado la casa de fotos de cuando era rubia a ver si pillo onda.

Además la muy sibilina se ha inventado una norma de la comunidad según la cual está prohibido pasar por el portal en bañador y cada mañana nos pasa revista antes de bajar a la piscina. Sólo me falta almidonarles las camisetas a las niñas y darles betún a las chanclas. Todo le parece poco. En cuanto me descuido les rehace las coletas, les pone bragas encima del pañal de agua y les riza las puntas. Según ella las niñas tienen el pelo domable y soy yo la que me empeño en alisarles la melena. Que no les favorece. Nada. Hay que ver la cara de pepino que han traído de Alemania. A ver si las pones un poco al sol que tanta crema no puede ser buena.

Hoy para rematar tenemos celebración en casa tigre. La Primera cumple siete años. No sólo hemos tenido que repasar y encañonar los vestiditos, sacarle brillo a los zapatos y comprobar veinte veces que tenemos gomas y horquillas que combinan a la perfección sino que además hay que dejar la casa como si aquí no viviera nadie. Esconder los cepillos de dientes, las toallas, los bañadores, las chanclas, los flotadores, los manguitos, los cubos y los ordenadores. Que menudo lío me tenéis aquí montado con tanto cable. El Marido se ha echado la siesta de pie por no arrugar las sábanas y el abuelo se pasea con la cabeza gacha porque sabe que hoy le cae bronca. Fijo.

Luego llegarán los invitados y mi madre me buscará con la mirada, nos dedicaremos una sonrisa cómplice y sabremos que esta noche la acabaremos ella y yo, mano a mano, sacándole punta a la lengua. Que para algo es mi madre y yo su hija.


Filed under: Tú, yo y nuestras circunstancias Tagged: Alemania, Cumpleaños, El Marido, Hijos, La Primera, Madres, Marbella, Ropa, Veraneo, Viajar con niños, Viajes
El diablo se viste de rayas

Volver a la Portada de Logo Paperblog