La relación de Cuba con sus emigrados no ha estado al margen del conflicto histórico con los Estados Unidos y el apoyo incondicional de Washington a grupos de emigrados que apostaron por el terrorismo y las agresiones para derrocar la Revolución desde el mismo primero de enero de 1959.
El 6 de septiembre de 1978, el Comandante en Jefe Fidel Castro comenzó a darle un giro a la situación.
Fidel, durante una entrevista con un grupo de periodistas cubanos y norteamericanos, invitó ese día a personalidades representativas de la comunidad cubana en Estados Unidos a sostener un diálogo abierto sobre temas de interés mutuo.
En respuesta a las preguntas que le formulan, Fidel enfatiza que no discutirá estos asuntos con el gobierno norteamericano, sino solo con la comunidad emigrada.
El Comandante en Jefe establece solo dos condiciones para participar: que sean personas representativas de la comunidad y que no sean miembro de grupos contrarrevolucionarios.
“Nosotros no estamos dispuestos a conversar, ni a discutir nada en absoluto, ni ahora ni nunca, con cabecillas de la contrarrevolución. Pero nosotros sí estamos dispuestos a conversar y a discutir los problemas que le interesan a la comunidad cubana, con personalidades de la comunidad cubana”, dijo.