Revista Cultura y Ocio

El diálogo II: Fluidez y naturalidad

Publicado el 11 julio 2016 por Escrilia @escrilia
El diálogo II: Fluidez y naturalidad

¿Alguna vez han leído historias donde la gente sonaba rebuscada, demasiado precisa, mecánica, pedante? Han leído diálogos donde los personajes parecían recitar textos antiguos, cuando deberían usar palabras más sencillas, comunes. Terminar de leer libros donde los diálogos no fluyen se hace muy cuesta arriba.

¿Dónde fallamos?
En muchos casos, el escritor trata de que el diálogo suene gramaticalmente correcto, olvidando que la gente no se preocupa de la gramática cuando habla (pocos lo hacen). Especialmente si están enfadados o excitados. La gente habla de forma fragmentada, comienza frases con "Y...", deja oraciones incompletas. Es cierto que habrá personas que critiquen los diálogos con "gramática creativa", pero quizá esa minoría no haya entendido el sentido del diálogo en las novelas. Es exasperante que todos suenen como profesores de filología dando clase.

Por otro lado, el diálogo no debe reflejar puntillosamente la forma real en que hablamos. Esto suena contradictorio al principio. ¿Cómo puede sonar auténtico y sin embargo no ser un fiel reflejo? No busquemos transcribir cada frase que diría la gente, el diálogo debe darnos la esencia de las conversaciones.

Recuerde, las novelas no son la vida real. Es cierto que en ocasiones la gente dice tonterías sin sentido y se puede pasar horas tonteando en lugar de dialogar, pero es más que probable que a sus lectores no les guste leer eso. No quiero decir que no pueda utilizar diálogo mundano en su novela, pero hágalo con moderación. Aún mejor, puede utilizarse para expresar tensión entre los personajes. Imagine el aumento de la tensión si su pareja protagonista, después de una discusión sólo hablan del tiempo, haciendo cada encuentro un momento incómodo.

Nada es fácil
Los diálogos no son partidos de ping-pong. Una pregunta no siempre se responde, una frase puede quedar en el aire. Si ella le pregunta "¿De dónde sacaste ese libro?", él puede responder "De la biblioteca" y sería correcto, pero no muy interesante. Hay todo un abanico de posibles respuestas que van desde el misterioso "Deberías saberlo..." hasta la broma "Si te interesa el Kama Sutra luego te lo presto". Y aunque él responda, puede que no lo haga inmediatamente. Otra cosa a tener en cuenta es que hay gente (según la estadística, mujeres mayormente) que responden preguntas con otras preguntas, complicando las conversaciones.

Cuando los personajes están tratando de obtener información de otras personas, deben tener que luchar por cada dato. No digo a brazo partido, sino que haya cierta reticencia a responder. Si todos dan respuestas directas y claras la intriga se diluye. La gente miente, tiene ideas raras y a veces cree conocer las respuestas pero se equivoca.

Palabrotas
A veces llueve. En ocasiones a su protagonista se le cae el martillo sobre el dedo gordo del pie. Cómo reaccionan les dice a sus lectores mucho sobre sus personajes. Pero si cadavez que las cosas se ponen un poco feas su personaje es una máquina de escupir maldiciones y palabras ofensivas quizás desvíe la atención del lector, preocupado ahora por el lenguaje más que por la historia. Como siempre hay que encontrar la medida justa.

La gente maldice, pero si usted está escribiendo una línea en que no es absolutamente necesario no lo fuerce. Por escrito las palabrotas cobran más peso, pudiendo llegar a disgustar al lector. En el otro extremo, si son muy habituales pierden efectividad.

Si usted no se siente cómodo usando palabras fuertes entonces sus personajes no deben maldecir. Si pretende cambiar "puta madre" por "cáspitas" o "mierda" por "repámpanos" (salvo que escriba una comedia blanca) todos sus personajes parecerán amish del 1900.

Brillante, pero sobre todo útil
El diálogo debería hacer avanzar la historia, dar información o profundizar la caracterización de los personajes. Esta es una regla conocida, que se puede romper si usted es muy buen escritor, pero por lo general se debe mantener. Incluso el diálogo más brillante e ingenioso será una distracción contraproducente si sólo es eso.

El diálogo debe reflejar lo que pasa alrededor de los personajes. Si están enojados entre sí las frases serán cortas y secas, hasta hirientes (depende el grado del conflicto). Por otro lado, si la protagonista trata de esconder su enojo, podría hablar suave y con frases correctas, más largas que lo habitual, incluso con ciertotono de buen humor.

En una pelea o una intensa escena de acción una palabra de más o un mensaje confuso puede significar la muerte de alguien.

En escenas de amor también aparece el diálogo y debe ser útil. Nadie quiere terminar leyendo un cliché, una escena prefabricada. Los amantes son personas, no autómatas. El diálogo será la manera de mostrarlos enamorados, nerviosos, extasiados, poéticos o torpes.

Información sí, pero no sobrecarga de datos
Aun cuando es necesario dar información en los diálogos, esto no significa descargar sobre el lector una interminable retahíla de datos, hechos y nombres que creemos que debe saber. Tampoco quiere decir que dos o más personajes empiecen a repetir hechos o informaciones que el lector ya sabe que conocen, o peor, que el personaje sabe que todos conocen. Las más infames son esas frases que empiezan con: "Como bien sabes..." o "Como sabemos..." Esto vuelve muy evidente que se viene un párrafo directo al lector, porque los personajes ya saben esa información y esas frases racconto se dicen sólo para bajarle información directamente al lector. Lamentable.

Pero hay otras formas más sutiles (igualmente criticables) de hacer esto. Cada tanto nos cruzamos con personajes que se cuentan unos a otros datos y procesos paso a paso (como manuales de IKEA) en vez de hablar como personas normales. Esto se ve muy seguido en cualquiera de las versiones de CSI.

Luego de escribir una escena donde el diálogo provee información, léala en voz alta para asegurarse que los personajes suenan de forma natural. Un matemático no se vuelve hacia otro colega y le dice "En la sección entre paréntesis deberíamos aplicar la fórmula de Forrester sobre las ecuaciones con componentes logarítmicos" En su lugar diría: "Esta parte es Forrester".

Dialectos, jergas y modismos
Hay dos razones principales para evitar ese tipo de diálogos en los que los personajes se comunican con formas de habla limitada a un grupo de entendidos.

Primera, los escritores no conocemos a fondo la dinámica de estos dialectos. La jerga escrita por personas que no la conocen realmente "desde dentro" generalmente termina sonando artificial, errónea o peor, ofensiva.

Segunda y más importante: Aún si conoce a la perfección la jerga, sus lectores chocarán continuamente con palabras y usos que no comprenden. No olvidemos que el sentido de escribir (ya no sólo diálogo, sino cualquier cosa) es comunicarse con el lector y si sacrificamos claridad en aras de una estricta caracterización entonces no logramos ni una cosa ni la otra.

Si de todas formas desea utilizar dialecto o jerga, no lo haga todo el tiempo y suavice el impacto aplicándolo a unas contadas palabras y frases clave.

Cada quien habla diferente
Esto es algo natural, incorporado a la personalidad de cada individuo viene la forma de expresarse. Las personas suenan todas diferentes (mientras más las escuchamos, más se acentúa esa diferencia).

Una de las cosas más difíciles de hacer es transmitir esas diferencias al lector. Los nuevos escritores usualmente se saltan este aspecto en personajes secundarios, y todos suenan más o menos iguales a una versión estándar de robot de inteligencia media.

Por suerte algunos aspectos son fáciles de trabajar. Usted sabe que la gente de distintos lugares habla diferente. La gente de distintos círculos también. Las personas de diferente extracto cultural y nivel educativo utilizan ciertos modismos y evitan otros. Combinando estos factores podemos dar con un modelo de discurso diferenciado para cada personaje. Esto no se hará evidente en dos o tres frases, pero si seguimos al personaje le otorgará coherencia y singularidad.

La parte de las sutilezas es más complicada. Si más de un personaje tiene un entorno y una educación similar son ellas las encargadas de que no suenen igual. Si dos personajes son soldados de clase media del mismo pueblo sirviendo en el mismo batallón, a uno puede gustarle mucho el cine de acción y hacer algunas referencias a películas, mientras que el otro es muy tímido y su discurso (aunque digan las cosas de forma parecida) será siempre más escueto y limitado. Las diferencias de carácter siempre se deben reflejar en el habla para que pueda formarse la imagen completa de ese personaje en la mente del lector.

Lo bueno es que no hay que estar atentos a esto con tooodos los personajes desde el principio. Es fácil de corregir en las revisiones del texto y añadir características distintivas en esos personajes secundarios que parecen tener discursos genéricos. Primero nos concentramos en el mensaje a transmitir y luego le daremos la forma.

Como siempre: Las reglas están para romperlas
Si usted puede escribir buenos diálogos saltándose estas indicaciones (una o todas) entonces hágalo. Mientras el texto fluya y el lector acepte que esa es gente real hablando de forma natural, el diálogo habrá cumplido su propósito.

Si está empezando en esto, no le recomiendo que rompa todas al mismo tiempo. Siempre he creído que la mejor manera de romper una regla es dominar su uso, para saber si rompiéndola mejoro o empeoro el resultado.


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