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«El diario de Ana Frank» | Reseña

Publicado el 24 abril 2019 por Carmelo Carmelo Beltrán Martínez @CarBel1994

El artículo «El diario de Ana Frank» | Reseña es propiedad de Carmelo Beltrán.

Hay historias que son muy difíciles de digerir. Tú, que te crees un lector experimentado, sientes que la narración de unas palabras impresas en papel te está superando. Libros que llegan a tus manos y no sabes cómo tratarlos, que no tienes la seguridad de respetarlos tal y como merecen. Así, después de muchos años queriendo hacerlo, por fin me he atrevido a leer El diario de Ana Frank.

Se trata de una historia real. La narración propia de una niña judía que vivió uno de los peores momentos de esta religión. Escondida del nazismo alemán, se atrevió a ser valiente a partir de las letras y hoy en día podemos viajar a través de sus emociones gracias a que las convirtió en eternas a partir de las palabras. Solo de teclear ya tengo la piel de gallina. Hora de discurrir por esta narración.

El contexto de la obra de El diario de Ana Frank

El diario de Ana Frank es el título que se le ha dado en España al compendio de los tres diarios personales que una niña de trece años escribió entre el 12 de junio de 1942 y el 1 de agosto de 1944. Última fecha en la que registró parte de sus pensamientos antes de ser detenida por las autoridades de la Alemania Nazi tras ser delatados el 4 de agosto por unos vecinos. Como curiosidad, Ana Frank, que siempre estuvo necesitada de cariño en su infructífera ocultación, llamó a sus diarios Kitty y los trató en todo momento como si siempre hubiera alguien al otro lado anhelando leer lo que plasmaba en forma de letras.

Una vez capturada, tanto ella como su hermana acabarían en el campo de concentración de Bergen-Belsen. Ese lugar fue el último que vieron, pues entre febrero y marzo de 1945 fallecerían a causa de una epidemia de tifus provocada por la extremada falta de higiene con la que tenían que convivir.

Durante el tiempo que dura la narración rescatada del cuaderno, tanto ella, como dos familias más, permanecieron ocultas en una buhardilla de Ámsterdam. Allí aguardaron más de dos años a que la Segunda Guerra Mundial terminara, con el anhelo de que Hitler fuera derrotado lo más pronto posible. Su escondite fue posible gracias a la ayuda de varios empleados de la oficina.

Además de su famoso diario, Ana Frank también escribió una serie de cuentos que fueron publicados de manera paulatina. Asimismo, se conoce que su hermana, Margot Frank, también trabajó en su propio diario, pero nunca se ha encontrado rastro del mismo.

El proceso de publicación de El diario de Ana Frank

Hay una persona responsable de la publicación de El diario de Ana Frank y este es Otto Frank, el padre de la autora. Él fue el único que logró sobrevivir a los campos de concentración donde todos terminaron una vez fue delatado su escondite.

No obstante, nunca podría haberlo logrado sin Miep Gies. Él fue una de las personas que más ayudó a la familia mientras estuvieron escondidos y, una vez se enteró de la detención, acudió a la casa de atrás para ver si podía rescatar algunas pertenencias de los condenados por su religión. Allí encontró los libros que conformaban el diario de la pequeña, así como un cúmulo de hojas sueltas escondidas. En cuanto Otto Frank regresó a Ámsterdam en pos de disfrutar de la libertad, que era lo único que le quedaba, le entregó los textos.

En cuanto lo leyó, el progenitor entendió el anhelo de Ana Frank de ver publicada su historia. Así lo hizo gracias a la editorial Contact, quien lo lanzó al mercado con el título de La casa de atrás en el año 1947, en los Países Bajos.

Sería en el año 1955 cuando viera por primera vez la luz en el mercado español. Traído por la editorial Garbo, de Barcelona, su título fue el de Las habitaciones de atrás y no fue hasta varias ediciones posteriores cuando este se cambió a El diario de Ana Frank.

En su testamento, Otto Frank legó todos los escritos de su hija al Instituto Neerlandés para la Documentación de la Guerra. Así, los derechos de autor de los mismos, fueron dejados a El fondo de Ana Frank.

Hoy en día se han vendido más de 30 millones de ejemplares. Es uno de los libros más exitosos a nivel comercial de la historia.

La dureza de sentirlo como cierto

Cuando lees esta historia tienes constantemente una idea en tu cabeza que convierte la experiencia de la lectura en algo terriblemente duro. Se trata de la certeza de que no te estás enfrentando a ficción histórica, sino a la vida de una niña que plasmó sus emociones sobre el papel en uno de los peores contextos recientes de la humanidad. Provoca escalofríos saber que vivió cada día asustada, pero que era tan valiente que nunca perdió la sonrisa, la capacidad de querer o la esperanza por el futuro. Pocos aguantarían esta tesitura.

Más allá del universo que les rodea, lo más interesante que he encontrado en esta narración es observar cómo las circunstancias aceleraron el proceso de maduración de una joven tuvo que renunciar a ser niña y le arrebataron la posibilidad de convertirse en adulta.

En su proceso de crecimiento atisbamos a través de sus ojos los roces de una serie de adultos que comenzaron conviviendo con naturalidad, pero que, conforme pasaban las semanas, las situaciones se tensaron, la paz desapareció y los descuidos les llevaron a cometer errores que pudieron haberlos condenado.

Además, en esta circunstancia ambiental, apreciamos el amor y el descubrimiento de la sexualidad de una niña que se enamora por primera vez y aprende de sí mismo todo lo que nadie le quiere enseñar.

Compartes el alma con Ana Frank porque es lo que ella está depositando en las páginas de su diario.

La radio, la ventana y el contacto con el exterior

Todos tenemos que admitir que las historias que están narradas desde el punto de vista de una niña existe una constante sensación de magia. Son las palabras que surgen desde la inocencia, desde la esperanza sin límites y de los anhelos por cumplir los sueños que aún están pendientes.

En toda esta serenata de elementos de lo maravilloso, el exterior surge en la novela como el lugar deseado. El espacio donde lo onírico toma forma. Un punto al que todos desean llegar, aunque no se atreven por la conciencia de los peligros que les aguardan por, simplemente, ser.

A lo largo de la narración los protagonistas se valen de dos elementos para mantener le contacto con este mundo ajeno. No se explica en ningún momento, pero estas briznas de certeza son las que les permiten mantener la cordura.

El primero de ellos es una radio. Un pequeño instrumento al que ninguno le daríamos valor hoy en día, pero que se convierte en el centro de sus jornadas en esta historia. Para dotarlo de un aura de mayor misticismo todavía, solo pueden escucharlo a las horas en las que no exista riesgo de ser delatados. Por ello, siempre que pueden, sintonizarán una emisora holandesa a la que se agarrarán con toda su alma gracias al anhelo de que Hitler sea derrotado en cualquier momento.

Por último, arriba del todo, se encuentra una ventana que a veces abren. Así, pueden mirar, contemplar las calles, pero también sentir de manera, más o menos, la brisa del exterior.

Prohibición y censura en Estados Unidos

Esta novela fue prohibida en varios estados de Estados Unidos a causa de las referencias sexuales que contenía. El nazismo nunca fue un problema para dejarla atrás. Después de todo, interesaba señalar todo lo posible a Alemania como el enemigo vencido, como el mayor villano de la historia de la humanidad y que todo el mundo conociera los crímenes que se realizaron. Incluso los niños, que era la razón por la que se censuró, podían escuchar cada una de las atrocidades que cometieron sin problemas. Era necesario. Pero, ¿que leyeran a una niña reflexionando sobre la sexualidad? Eso no se podía permitir.

De esta manera, en los estados donde no se permitió su venta, se realizó una versión ad hoc donde toda la temática relacionada con la sexualidad se eliminó. Obra que fue, durante mucho tiempo, la que se exportó a diferentes lugares del mundo, hasta que, finalmente, la lógica y el sentido común imperó.

Para los que no lo hayáis leído, hay que indicar que toda eliminación y censura de lo que habla Ana Frank en su diario supone una pérdida de importantes dimensiones. Si ya parece claro que parte del texto habría quedado para los anales de la historia perdido por el paso del tiempo, la realidad es que la parte relacionada con la sexualidad supone uno de los crecimientos personales y desarrollos de ella como personaje, y persona.

Por ello, si os vais a hacer con una edición, aseguraos que no tiene ningún atisbo de censura.

El recuerdo más sincero de una de las etapas más oscuras de la humanidad

Solo queda la conclusión en esta reseña. Lo más importante de esta obra es mantener la conciencia de que se trata de uno de los relatos más sinceros sobre la vivencia de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Que haya sido narrado desde el punto de vista inocente y sincero de una niña, nos abriga con una prosa sin prejuicios.

Recomendaría a todo el mundo que leyera esta obra. Es cierto que ha habido instantes en los que se me ha hecho pesado. Otros en los que he tenido la sensación de que no ocurría nada, pero cuando reflexionas sobre ello te das cuenta de que es como tiene que ser. Se trata de sentir en tu piel las mismas emociones que Ana Frank experimentó.

La gran virtud de la obra es esa sensación de esperanza que te llena relacionado con que quizás se pueda salvar. Ese momento de duda, esa chispa de esperanza es la misma que tuvieron tantas personas durante esta atrocidad y por ello es tan interesante vivirlo en nuestra propia piel.

¿Le darás una oportunidad?

El artículo «El diario de Ana Frank» | Reseña es propiedad de Carmelo Beltrán.


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