Una de las primeras cosas que los niños aprenden a hacer es coger una pintura con las manos y realizar sus primeros garabatos, de ahí van pasando por una serie de etapas hasta que son capaces de expresar en sus dibujos una gran riqueza representativa, que no solo les ayuda a expresarse, sino también a interpretar la realidad que les rodea y plasmar a su vez sus vivencias y emociones.
Dado que se trata de una habilidad que se va adquiriendo por ciclos es necesario respetar su evolución que tampoco será igual en cada niño, habrá algunos que adquieran la destreza antes que otros, sin que esto implique necesariamente un retraso.
Por tanto hemos de dejar que el niño avance en el dibujo a su aire y según sus preferencias.
No es conveniente obligar al niño a pintar si no quiere; en general no es bueno obligarle hacia ninguna afición
Por mucho que queramos que nuestro pequeño sea un gran artista de nada va a servir sentarlos todos los días delante de una hoja de papel. El niño pintará cuando le apetezca y si queremos que no le acabe tomando manía a algo que en principio gusta a todos los niños, lo mejor es no obligarle y dejar que sea él quien tome la iniciativa.
De todas formas siempre podemos tomar algunas medidas para motivar esta afición. Nosotros mismos podemos ser un buen ejemplo, sentándonos a dibujar es fácil que el niño nos imite. También podemos poner a su alcance materiales diversos, pintura de dedos, ceras, pinceles, lápices, grandes cartulinas de colores… con esta variedad el niño no dudará en ponerse manos a la obra. Otra forma de hacer crecer esta afición es llevando al niño a exposiciones y museos donde pueda observar cuadros y pinturas que pongan en marcha su imaginación y creatividad. Una vez en casa podemos crear nuestro propio museo en un rincón de la casa, esto incentivará al niño a dibujar ya que le gustará ver sus trabajos expuestos.
Los mejores valores del dibujo son la creatividad y la imaginación
Son precisamente la imaginación y la creatividad los valores que deben regir la expresión del dibujo en el niño. No hay reglas, ni normas, no se pinta el sol amarillo ni el cielo azul y las vacas pueden ser verdes. El dibujo es lo que niño utiliza para expresarse, y limitar sus opciones es lo mismo que limitarlo a él. El dibujo es un arte que precisa de libertad para desarrollarse en toda su magnitud y como padres es nuestro deber facilitar que esto sea así. Por ello no debemos imponer normas, más allá de las estrictamente necesarias para mantener el orden, por ejemplo no pintar los muebles, y tampoco materiales o temáticas. Podemos asesorar pero en última instancia será el niño el que decida con qué y como va a emprender la tarea.
Sus dibujos además van a ser una herramienta muy útil, los colores que utilice, la presión que ejerza, la temática elegida… todo son indicadores de su forma de ser y sus estados de ánimo con lo que van a ser una pista básica para ayudarnos a conocer y tratar mejor a nuestros hijos.