El dilema de Sánchez

El dilema que se le plantea al presidente es poder dar salida a los pactos independentistas gracias a los cuales llegó a ser presidente. Tiene dos opciones, esperar a que se acabe la legislatura y que halla votaciones dentro de dos años. Si se toma esta iniciativa como válida tendrá que conceder al menos el acercamiento de los presos catalanes a Cataluña. Pero si por el contrario acercara a los presos vascos o los liberara estaría incurriendo en un atentado contra la moralidad, ya que muchos presos vascos pertenecían a banda armada que sesgó durante años la vida de demasiadas personas.
Si la presión es insostenible se podrían adelantar las elecciones, ya que sin lugar a duda al final habrá elecciones. Haga lo que haga Sánchez será tachado por traidor solo tiene que sopesar que si es tachado de traidor por los independentistas por no conceder los asuntos pactados para su nombramiento no estará faltando a una premisa que dio desde el principio: “dentro del marco de la constitución estoy dispuesto a escuchar propuestas” pero si por el contrario asume o concede lo pactado estaría siendo traidor a una constitución que ha jurado defender y que ya fue traicionada por los independentistas.
En resumen, que a uno le llamen traidor por realizar la misma maniobra que han realizado los ya conocidos independentista carece de importancia. Es más bien una valoración personal del propio presidente lo que puede inclinar la balanza hacia un lado u otro.
Lo que si es cierto es que la gente en la calle sea ahora o más adelante estará dispuesta a votar con más fuerza que nunca y que al fin y al cabo la política hoy más que nunca está en boca de todo el mundo. Un país que opina es un país vivo y comprometido con el rumbo que toman sus políticos.