Revista Ciencia

El dilema del salmón transgénico

Por F.guiral - S.pérez

Sara Pérez Jerónimo

Periodista

El salmón transgénico, hijo predilecto de la empresa AquaBounty Technologies, podría convertirse en el primer animal modificado genéticamente del mercado estadounidense. Esta hipótesis lleva ya un tiempo correteando por los pasillos de la Food and Drugs Administration, la encargada de dar luz verde al animalito, pero aún es un asunto que se encuentra en el aire.

Tras diez años de espera, AquaBounty Technologies, que ya veía la luz al final del túnel como si de un cartel de neón se tratase, tendrá que seguir esperando. La  FDA ha dado marcha atrás como los cangrejos, posponiendo su decisión una vez más. ¿El motivo? La presentación un estudio realizado por expertos e investigadores independientes, que aseguran que los datos científicos que aporta la empresa son insuficientes para garantizar la inocuidad del “pececito”. Y es que para muchos, este salmón dista mucho de la imagen  inocente que ofrece a simple vista. 

De este modo, la seriedad de la FDA queda en entredicho. Como si el salmón transgénico fuera una marioneta sujeta de mil hilos, mantiene un tira y afloja ante la decisión final de aprobarlo o no. Primero fue un “quizás”, luego una respuesta cercana al  “si” y ahora un “de momento no”.

Pese a que publicaciones como Time, han considerado el desarrollo del salmón modificado genéticamente, como uno de los grandes hallazgos del año, las opiniones y críticas sobre el tema se multiplican, como si estuviésemos ante un particular caso de la parábola de los panes y los peces.

El dilema del salmón transgénico

Sin ir más lejos, Science, todo un referente científico, se ha lanzado a plasmar su opinión sobre el tema, poniendo en tela de juicio el ritual de la FDA para aceptar los métodos seguidos por AquaBounty, asegurando que no se han realizado las pruebas oportunas para garantizar su seguridad.

El salmón transgénico es el resultado de una probeta en la que se han mezclado genes de dos especies distintas muy distintas, el salmón chinook y el Zoarces Americanus, un pez muy similar a la anguila.

Un cóctel de hormona del crecimiento.  Así, se ha conseguido que el “pececito” sea capaz de alcanzar en tan sólo un año y medio, la dimensión de un salmón normal de tres años. Esto implicaría toda una revolución en el mercado,  reduciendo la inversión a la hora de comercializarlo. 

Sin embargo, aun no se ha determinado si afectaría de algún modo al entorno natural.  Algunos de los puntos más conflictivos de cara a su aprobación son las posibles consecuencias del salmón en el ecosistema, la cadena trófica o el consumo.  Y es que la FDA ha hecho la vista gorda y se ha limitado a evaluar los riesgos del “pececito” comparándolo con la especie convencional, por lo que se ha determinado que no existe ningún riesgo para la salud.

Algo que contrasta con la visión de los propios investigadores implicados en el desarrollo de este tipo de salmón, que aseguran tan campantes que pese a que es poco probable, si un ejemplar modificado genéticamente llegase a mar abierto, podrían darse casos de transferencia genética.

La FDA no se pilla los dedos y ya ha puesto límites. El salmón transgénico está abocado a la vida en cautividad y sólo podrá criarse en piscifactorías lejanas a la “libertad acuática”.

Por su parte, la aprobación del salmón transgénico en Europa estará sujeta una vez más al veredicto de la EFSA. Según Josep Casacuberta, miembro del organismo, la EFSA dejará de lado toda especulación gratuita y se basará solo en análisis científicos que evalúen el riesgo que pueda derivarse de su consumo.

Para muchos una revolución, para otros un peligro. Lo cierto es que la sombra del salmón transgénico planea alto y fuerte. La resolución de la FDA es una decisión complicada, pero sin duda, sin precedentes, marcando un antes y un después en materia de animales modificados genéticamente. Sin embargo, hasta entonces aun nos queda tiempo de conocer en persona al famoso “pececito”.

Something’s fishy, la declaración de intenciones de Ben & Jerry’s

Sin comerlo ni beberlo, la archiconocida marca de helados Ben & Jerry’s se declarado abiertamente contraria a la posible autorización para la comercialización del salmón transgénico.  Pero… ¿qué tiene que ver un salmón en la fabricación de unos ricos y caros helados? Mi respuesta es que nada en absoluto.

Sin embargo, bajo el lema, Something’s Fishy, la empresa estadounidense clama a los cuatro vientos su postura contraria al uso de animales modificados genéticamente en materia de producción de alimentos y marca las distancias ante el posible desarrollo científico de otros animales, como por ejemplo la vaca, algo que comienza a ser un poco más coherente con su línea de producción.

Recordemos que la leche es la fuente principal que se utiliza en la producción de sus helados. De este modo, Ben & Jerry’s se ha desmarcado de cualquier vínculo que pueda asociarles a esta idea, asegurando que jamás utilizará leche que provenga de este tipo de animales.

No obstante, yo me pregunto, ¿Ben & Jerry’s no ha sucumbido demasiado pronto a una “amenaza” que no tenía nada que ver y no venía al caso?


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