¿Qué quiero yo cuando, al acabar una obra, la entrego a tales o cuales manos? Dinero, amigos, y cuanto más, mejor.
El dinero es mi posibilidad de continuar escribiendo. El dinero — son mis versos de mañana. El dinero es mi rescate de los editores, de los redactores, de los caseros, de los tenderos, de los mecenas — mi libertad y mi mesa de trabajo. El dinero — además de mi mesa de trabajo, también es el paisaje de mis versos, aquella Grecia, que tanto deseaba cuando escribía Teseo, y aquella Palestina, que tanto desearé cuando escriba Saúl, — los barcos y los trenes, que llevan a todos los países, a todos y más allá de todos los mares.
El dinero es mi posibilidad de escribir no sólo más, sino mejor, de no pedir anticipos, no precipitar acontecimientos, de no tapar las brechas poéticas con palabras tomadas al azar, de no sentarme con X o con Y con la esperanza de que me publicará o me “empleará” en algún sitio. El dinero es — mi elección, mi selección.
El dinero, finalmente, — es el tercer punto y el más importante — mi posibilidad de escribir menos. No tres páginas al día, sino treinta líneas.
Mi dinero es, ante todo, tu ganancia, lector.
Marina Tsvietáieva
Un poeta respecto a la crítica
Traducción: Reyes García Burdeus
Editorial: Ellago Ediciones
Foto: Marina Tsvietáieva