El dinero no da la felicidad… pero si la libertad

La discusión tópica sobre si el dinero da o no la felicidad, me parece un sin sentido, teniendo en cuenta la inconcreción del tema. Y un sin sentido que hace olvidar a veces algo mucho más importante: lo que el dinero da, es libertad. Y la libertad es una cosa muy concreta y muy medible.

De hecho, creo que la libertad tiene dos parámetros esenciales, el que te dejen… y el que puedas. Me explico, en la Rusia soviética la gente podía tener mucho dinero, pero no les dejaban viajar. En la España post moderna, tu puedes tener pasaporte y libertad para ir donde quieras. Pero si no tienes un duro…

¿Qué es lo que esta sucediendo? En nuestros países democráticos, los gobiernos no están afectando el “dejar”. Un gobierno que restringiera las libertades concedidas, lo tendría mal. Luego ¿a qué se están dedicando? Pues “al que puedas”. La forma democrática de restringir el uso de las libertades es potenciando éstas al extremo que se quiera… y controlando el uso del dinero en mor a la “solidaridad”.

Pongo ejemplos. Los siervos de la gleba, en la era feudal, estaban atados al suelo. En la Rusia soviética (vuelvo a ella) no podías moverte si no disponías de un pasaporte y autorización interna. En la España de Franco, en política no podías entrar, pero eso sí “mi dinero es mio, y con el hago lo que quiero”. En la España democrática, puedes opinar lo que quieras sobre lo que quieras, pero ten clara una cosa: tu dinero, no es tuyo. Tu dinero, es suyo. Por ejemplo, puedes irte a vivir donde quieras, ¡faltaría mas!… salvo que busques mudar tu residencia fiscal, en cuyo caso, lo tienes francamente más difícil. Aunque claro, si no lo haces, cuando acudes a la Seguridad Social como “desplazado”, igual te tratan como eso, dado que no estas “contribuyendo” al mantenimiento de la institución en la plaza donde estás.

El próximo fascismo ¿el próximo?, no será, en lo absoluto, un fascismo ideológico. Llevar el control de lo que piensa la gente no es que sea algo desfasado, es que es también  inútil y absurdo.

¿Qué nos importa lo que piensa la gente, si podemos controlar lo que gasta la gente?