Revista Cultura y Ocio

El dinero (no) es nuestro dios

Publicado el 03 marzo 2014 por Ismaelpardo @ismael_pardo
Si una de las primeras canciones del grupo que hoy conocemos como Fangoria pone título a esta página de mi diario no es porque sí, sino por un pensamiento que lleva gestándose en mi cabeza durante bastante tiempo. Desde que empecé este proyecto no solo he intentado escribir sobre temas que interese a la mayoría de los que serán traductores algún día, sino también he tratado de orientar académica y profesionalmente a todo aquel que me ha pedido ayuda. Mucho de ese contenido que se ha tratado de manera privada vía correo electrónico trataba de la rentabilidad, no solo en los idiomas, sino también en los campos de la traducción. Y parece ser que es un asunto que sigue preocupando mucho y a muchos.
A decir verdad, no llamaría tanto preocupación al sentimiento que evocan esos correos, sino necesidad de confirmación. Necesidad de que alguien que puede tener algo más de idea te diga que sí, que todo está bien y que estás eligiendo bien. Pero el problema es que muchos de los estudiantes se dejan llevar por lo que ellos llaman «rentabilidad». Yo creo que la rentabilidad, en este tipo de trabajos, depende de muchos aspectos, no solo del dinero que se puede llegar a ganar.
Muchos de los que me escribieron venían con una idea fija, y era dedicarse a cierto campo de la traducción o trabajar con ciertos idiomas porque «pueden dar mucho de sí» o porque «da mucho dinero, según me han comentado». Casi la mayoría coincide en que los campos que pueden engordar más la cuenta corriente son el jurídico, debido a la gran cantidad de administraciones públicas y particulares que necesitan de sus servicios, y el técnico, ya que este campo está en alza, sobre todo en ciertos idiomas en cuyos países la ingeniería es una profesión puntera.
Me parece maravilloso que un estudiante quiera estudiar traducción técnica o jurídica, pero lo que no me parece tan genial es que se dejen llevar por la quimera del dinero. Tampoco me parece bien que un alumno elija el alemán, el ruso, el chino o el árabe como lenguas de trabajo simplemente por el hecho de que ahora tengan una gran acogida. Antes he dicho que la rentabilidad, tal y como yo la concibo, depende de muchos aspectos. Uno de ellos es la realización personal; otro, el balance fiscal.
No sé si lo sabéis, pero me encanta escribir. Supongo que, por eso, me gusta tanto la traducción literaria. Es genial poder trasladar lo que otro ya ha escrito a otro idioma y poder decir que muchos pueden leer a ese autor gracias a ti. También me encanta la traducción audiovisual, y es que, gracias a una de mis madrinas, pude cumplir mi sueño de traducir algo relacionado con este mundo. Aquí podría decir que mi realización personal sería tener un perfil de traductor literario-audiovisual. Pero hay que ser sensatos: es muy difícil hacerse un hueco en el mundo de la literaria, y la traducción audiovisual ha llamado mucho la atención a los egresados desde hace unos años, por lo que hay mucha oferta de este tipo de perfil. También es muy difícil encontrar trabajo en —cito un correo recibido hace relativamente poco— la traducción de «películas independientes de género gore japonesas».
Soy el primero que defiende que la realización personal es muy importante. Creo que no es el éxito quien te da la felicidad, sino más bien al revés: la felicidad es la causa del éxito. Sin embargo, esa realización personal de la que hablo, esas ganas que se le ponen a un proyecto cuando de verdad te gusta, tiene que equilibrarse con el balance fiscal, pues todos tenemos que comer, pagar impuestos y vivir, a fin de cuentas.
Podría citar a mi otra madrina para explicar lo que pienso. Para poneros en contexto, me mandó una traducción técnica. Al principio, me dio bastante respeto el texto, y no era solo porque era sobre automóviles (asunto del que no tengo mucha idea), sino también porque nunca me había enfrentado a una técnica antes. Ella me respondió: «Sé que te gusta la literaria y que quizás esto no se te dé bien, pero hay que abrirse mercado. Habrá proyectos que te gusten más y otros que te gusten menos, pero hay que comer. No se puede tener un filtro tan estricto». Y no podría estar más de acuerdo: hay que ir más allá de nuestra zona de confort.

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