El dinero no es problema – @ZayasTruelove

Adoro leer a aquellos que todavía escriben,

me encanta escribir para aquellos que todavía leen.

He conocido personas en cuyos ojos se puede ver el soneto triste e inacabado de una noche de lluvia en soledad, he visto a seres recorrer con la mirada el alma como si de si de una sanguijuela deseosa de alimentarse se tratara; salgo al mundo, en silencio, callado,  y observo humanos arrastrarse entre las calles como se arrastran los locos sobremedicados en la planta alta de un hospital geriátrico en ruinas, arruinando sus mentes.

Padres que no besan a sus hijos y nos les miran a los ojos, hijos cuyo sueño pasa por abandonar a su familia y vivir a través de una pantalla iluminada que les abra camino entre la oscuridad del abismo social; vaya horror.

Abrir los ojos por la mañana para afrontar el día en lugar de abrir los ojos para disfrutar de la vida. Cerrar los ojos cada noche para conseguir conciliar el sueño en lugar de acostarme sobre una cama de ilusiones y seguir soñando, aunque esté dormido.

Acompasarte como un diapasón erosionado por la humedad de un aire contaminado, aplastando las pisadas de hombres libres que ya se marcharon y nunca serán recordados.

La tarde gris en la puerta de un cementerio despoblado de almas, el hormigón armado, desarmado de motivos para decir —te quiero —, como las largas y tristes aceras de una ciudad hermanada con el pecado donde el dinero no es el problema; son las personas.

Los ancianos doblados sobre las ventanas de pisos vacíos esperando el día del juicio inicial, para llegar al más allá y volver a estar con el ser amado que se marchó del acá, con menos sensaciones que el musgo de la lápida de ese tumba que reza toda una vida en su desgastado epitafio.

Corruptos testimonios de sensaciones vitales, deseando saltar desde el abrupto acantilado del día a día para estrellarse contra el sucio bordillo de las carreteras de tu mente, que no dejan cruzar y descubrir el nuevo mundo, lleno del salvajes selvas y naturaleza virgen.

El ser humano esconde huesos y calaveras agrietadas detrás de toda la falsa seguridad que nos inspira la multitud, “the crow”, sobrevolando las azoteas y la gente bajando las cabezas por temor a un mal augurio, cuando están más podridos por dentro que el cadáver que lleva un siglo enterrado bajo las sentencias de muerte y bajo las pisadas del ser humano abochornado por los segundos de la cotidianidad.

Hace tiempo creí haber enloquecido por la gris urbe, por las nubladas almas de la órbita mundial. Como bien he dicho creí haber, porque los locos son ellos, no yo, ni por supuesto tú, mi amor, que brillas como nunca hace el sol a través del cielo de nuestro gigante de hormigón.

Mi casa-alma está y estará iluminada por tu sol. Siempre.

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[ Para los amantes de la música, he aquí un sentimiento – Buckethead- Lotus Island ]

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