Revista Política

El dinero y la felicidad

Publicado el 09 mayo 2016 por Alejandropumarino

El dinero y la felicidad

La felicidad se puede comprar. Parece que el eterno debate se ha zanjado, al menos si nos basamos en el último estudio realizado por la Universidad de Cambridge que así lo afirma. Eso sí, esta felicidad solo se alcanza si nuestros gastos se adaptan a nuestra personalidad.

Este estudio se basa en una investigación publicada por la Psycological Science, que analizó 77.000 transacciones de gastos en Reino Unido correspondientes a 625 usuarios durante unos 6 meses. Es un estudio que se ha catalogado como “innovador”, ya que la mayoría de los anteriores concluyen con la inexistencia de relación entre el dinero y la felicidad.

La célebre frase “el dinero no hace la felicidad, el dinero la compra” encierra una filosofía, no exenta de desencanto, del sentimiento de quien la dice, que no suele ser rico. Pretender  hacer un estudio estadístico en una universidad tan prestigiosa como la británica solo puede justificarse por la ociosidad de algunos departamentos, o por no disponer de otros asuntos sobre los que investigar, lo que significa que en todas partes cuecen habas y que hasta los centros más célebres tienen sombras en su historial. El desamor, la tristeza, la enfermedad, no pueden ser compradas y eso es tan de perogrullo que nuestro singular país tiene ya el día de la salud, la que se desea anualmente a quien no fue favorecido con la lotería; sin embargo el resto de lo materialmente alcanzable suele poder cambiarse por el vil metal. No puede pensar lo mismo el conductor del furgón en el que murieron doce portugueses que trataban de pasar la semana santa con sus familias, que el Sr. Kahn, quien gustaba de pasear París en su Porsche Panamera, y si hubiese un medidor de felicidad, es casi seguro que el segundo se sentiría más a gusto que los primeros, que encontraron el final de su viaje definitivo en una carretera francesa. La picaresca española, dedicada a los varones, tiene una frase representativa: Con dinero, la mujer que quieras, sin dinero, la mujer que te quiere. Claro que en ese caso, el más feliz podría tener envidia del pobre.


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