En un rincón olvidado al Interior de uno de los Castillos que alguna vez pertenecieron a la casa de Nobles fundada por Vil Valier, se encuentran escondidos en la penumbra de un calabozo subterráneo, varios personajes siniestros, no es fácil precisar de quienes se trata, dos mujeres jovenes y bellas, se acercan a un espejo ayudadas con la débil luz de una vela, e invocan un nombre prohibido.
El espejo se ilumina tenuemente y poco a poco "del otro lado" se va formando la figura de alguien con aspecto humanoide.
- ¿ Qué quieres Marusa ? - Se le escucha decir a la figura que apareció en el espejo.
Madame Marusa, dio un leve respingo al escuchar su nombre, pues nunca le parecía agradable hablar por el espejo con "El Cíclope" o mejor conocido como "El Dios de Múltiples Rostros".
El Cíclope es de esa clase de personas que tiene dividida la cara en tres partes: la frente es una de ellas, los ojos y la nariz la otra y el tercer segmento es para la boca y el mentón, podía variar su apariencia a voluntad, cambiando uno o dos de los segmentos. La imagen que hoy veía Marusa y aquellos que la acompañaron a realizar tan horrendo ritual, era bastante inusual, podían ver que el Cíclope esta vez tenía los dos ojos, claro esta no eran ojos humanos pues carecía de iris, en su lugar solamente una brillante luz de aspecto mortecino emanaba de las cuencas vacias, el mentón era de piel de color verde y severo, tenía la frente adornada con una especie de corona Maya y bajo ella podía adivinarse una especie de circuitería electrónica y varias gemas y joyas exóticas. Y de las orejas que eran completamente humanas asomaban unos discretos adornos, la figura era de tipo Andrógino. No era un espectáculo bello de ver, pero había que reconocer que cierta estética guardaba aquella siniestra figura. Cuando hablaba se podía escuchar superpuestas al mismo tiempo tanto una voz femenina como una masculina.
Uno de los cuervos que acompañaban a la madre de Madame Marusa le contesto al Cíclope:
"Queremos traer a la Gran Dama de Mimas aquí a este Castillo, aquí mismo en frente del espejo".
- Muy bien - contesto el Cíclope - conocen las reglas: Sangre por Sangre, Alma por Alma
- Que así sea, ¡Sangre por Sangre, Alma por Alma !, respondieron al unísono todos aquellos que habían presenciado el ritual
Dicho esto, el espejo se apagó y la imagen del Cíclope desapareció.
Los que acababan de invocar a este demonio, uno a uno y en silencio fueron abandonando la estancia. Algunos de ellos incluso sonreían. Y otros secretamente se preguntaban, ¿Quién diablos dejo que el Cuervo abriera el pico?
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