El camino de nuestros sueños
Dice el maestro:
Si recorres el camino de tus sueños, comprométete con él. No dejes la puerta de salida abierta, con la disculpa de: «Esto no es lo que quería.» Esta frase guarda en sí misma la semilla de la derrota.
Asume tu camino. Aunque tengas que dar pasos inciertos, aunque sepas que puedes hacer mejor lo que estás haciendo. Si aceptas tus posibilidades en el presente, con toda certeza, mejorarás en el futuro.
Pero si niegas tus limitaciones, jamás te librarás de ellas.
Afronta tu camino con coraje, no tengas miedo de las críticas de los demás. Y, sobre todo, no te dejes paralizar por tus propias críticas.
Dios estará contigo en las noches de insomnio, y enjugará las lágrimas ocultas con Su amor.
Dios es el Dios de los valientes.
(Extracto de Maktub, Paulo Coelho)
Valentía
Valentía es admitir tus temores y enfrentarlos cara a cara. Es tener la fortaleza de pedir ayuda y la humildad de aceptarla.
Valentía es defender tus principios sin preocuparte por lo que otros dirán. Es escuchar tu corazón, vivir tu vida y no aceptar sino lo que para ti es lo mejor.
Valentía es tomar el primer paso, dar un gran salto, o cambiar de camino. Es intentar lo que nadie supo hacer jamás, y todos creen imposible.
Valentía es mantener el espíritu en los desencantos, y considerar las derrotas no como el fin sino como un nuevo comienzo. Es creer que por fin las cosas mejorarán, aunque ahora parezcan peores.
Valentía es tomar responsabilidad de tus acciones, y saber admitir tus errores sin culpar a los demás. Es saber confiar, no en los demás, sino en tu habilidad y esmero para triunfar.
Valentía es negarse a desistir, aunque la imposibilidad te intimide. Es trazar tu meta, mantenerte fiel a ella, y hallar las soluciones para los obstáculos.
Valentía es pensar en grande, apuntar bien alto y llegar bien lejos. Es adoptar un sueño y hacerlo todo, arriesgando todo, no desistir ante ningún obstáculo para tornarlo realidad.
La anterior definición (poética) de la valentía según Caroline Kent es una de las más afortunadas que haya podido leer nunca.
De todas las acepciones, la que más admiro es aquella que supone un riesgo de derrota… un compromiso con nuestros sueños, un pacto para con nuestro futuro y una victoria sobre los obstáculos que nos imponemos nosotros mismos (en la mayoría de las ocasiones, por haber dejado de imaginar el triunfo)
Debemos parir nuestro sueño, verlo crecer y convertirlo en realidad. Y si no lo hacemos, nuestra existencia adolecerá de algo consustancial, de un aliento vital para nuestra alma, de las alas del deseo que edifican la silenciosa columna de la victoria sobre uno mismo.
Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo. (Aristóteles)