El director de escena
La función del teatro es dar expresión a las creaciones ficticias del dramaturgo, permitir a los actores poner su voz y su cuerpo al servicio de las palabras y de las acciones de los personajes. También lo es traducir y representar las notas sobre el medio físico y el ambiente en el que los personajes actúan en realidades perceptibles de forma, luz y color.
Así pues, el teatro es un medio de comunicación, una forma activa de contar algo; es en realidad un intermediario entre una obra literaria dramática y el público. Su supervivencia se debe a la gran diferencia que existe entre la lectura individual y la asistencia colectiva a la representación de una obra. Hacer esta mediación posible es algo que en el teatro moderno corresponde al director de escena. Sobre él recae la responsabilidad de trasladar el texto al escenario, es decir, pasar de un medio literario a un medio teatral. Tiene la misión de ser el arquitecto de un plan maestro de producción teatral y además el ejecutivo que lo lleva a cabo.
Los objetivos que se plantean en la tarea del director de escena son los siguientes:
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Explicar y conservar la coherencia en la conducta de los personajes, buscar el material no específicamente indicado en el texto y ofrecer un contexto de antecedentes completo.
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Proyectar en un espacio tridimensional habitado por actores las ideas principales de la obra. El objetivo puede ser crear la sensación vívida de realidad, representar lo abstracto y lo simbólico, estilizar o exagerar las conductas humanas, pero en cualquier caso obedecer siempre a una norma o designio constante.
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Imponer deliberadamente forma y significado en el sector de la experiencia correspondiente que en la vida se presenta de forma caótica o no significativa. En este sentido obra como cualquier artista de otro campo expresivo. Es el responsable principal de que todas las partes de una producción estén ordenadas y cohesionadas, de acuerdo con el propósito de la obra.
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Lograr una norma de representación de la que no deberá desviarse la obra en sucesivas representaciones. Para ello asegurará cada aspecto de la producción como norma inmutable.
A estas tareas se añade otra, la de conseguir que, a pesar de que la representación esté perfectamente planificada, ordenada y todos sus elementos formen un mecanismo ajustado, aparezca ante el público como algo espontáneo, vivo y libre.
El material del director de escena
El director controla mucho menos su medio de expresión que otros artistas, pues no trabaja con materiales inertes a los que deba dar forma y significado, sino con seres humanos: los dramaturgos –si la obra es contemporánea–, diseñadores y actores. Son personas que tienen voluntad y derechos, y que además son artistas también, a veces de gran prestigio y excepcionales cualidades. No pueden ser tratados sino con respeto. Además, la necesidad de coordinar habilidades y voluntades a lo largo de todo el proceso, precisa de un director con un carácter especialmente dialogante y diplomático. No puede alardear de su poder ni ejercerlo despóticamente, imponiendo taxativamente su voluntad, sino que tiene que lograr que todo el mundo coopere sin exigirlo, persuadir y no imponer. Esto sólo se consigue aduciendo mejores razones, bien fundamentadas, a las que actores, diseñadores y técnicos oponen a los designios del director.
Por otra parte, encuentra otra limitación a la libre expresión propia, a no ser que sea también el autor, y es que su plan de dirección debe estar basado en el texto dramático; no tiene la libertad de expresarse a sí mismo en su medio, como los demás artistas, sino que le viene dado por el texto dramático el tema y su tratamiento. Eso no quiere decir que no pueda ser creativo en el medio escénico, que es el que le es propio; la comparación más cercana se puede establecer con un director de orquesta, que interpreta una partitura dada de antemano.
Las decisiones de un director de escena son siempre interpretativas. Esto significa que tiene que encontrar el medio de expresar el texto dramático a través del arte escénico. La interpretación y la presentación componen el campo artístico del director. Como la interpretación es siempre un acto subjetivo, no es sólo el texto lo que da su material al actor, a los diseñadores y a los técnicos, sino el texto tal como lo ha interpretado el director.
La autoridad del director de escena proviene del hecho de que es capaz de ver en el texto todo lo que no es evidente para los demás lectores y además sintetizar los significados en líneas maestras para las diversas interpretaciones y trabajos artísticos. Lo que el director aporta a ello depende de su personalidad total: conocimientos, experiencia, sensibilidad, intuición y poder de la imaginación. Su contribución al resultado final es difícil de calibrar y valorar; su mano no deberá evidenciarse en obras de tratamiento realista y contemporáneo; en este caso, hablaremos de dirección discreta, basada en la naturalidad, la fluidez y la seguridad. En obras poéticas, rituales o reinterpretación de clásicos, la dirección será potente, de gran evidencia, pues de lo contrario carecería de emoción y energía. En ambos casos, ya esté centrado en la expresión de la obra misma o en su propia expresión, su trabajo será siempre una búsqueda de formas y significados.
Cualidades de un director de escena
Las cualidades y capacidades de un director de escena son las siguientes:
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Conocimiento tan amplio como sea posible de la literatura dramática. No se trata de erudición, sino de visión general de la dramaturgia, de sus tendencias y épocas, de los grandes modelos. Además debe conocer el tratamiento de la lengua, los estilos de composición, los temas, las estructuras y la estilística literaria. En cierto modo, tiene que comportarse como un crítico literario. Su conocimiento de la Historia del Teatro tiene también que ser amplio.
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Debería tener, además, ciertas cualidades de escritor dramático, puesto que muchas veces su trabajo implicará la revisión y puesta a punto del guión, la supresión de fragmentos, la modificación de otros, para conseguir mayores efectos teatrales. Hay directores muy respetuosos con el texto original y otros que lo modifican casi por completo, pero en todos los casos esta cualidad de composición literaria es imprescindible.
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Debe tener el dominio absoluto de los temas centrales de su medio expresivo: actuación y diseño. También es importante el conocimiento de los elementos básicos de las artes periféricas: música, danza, pintura, arquitectura y escultura. Los conocimientos de canto, acrobacia y pantomima le pueden ser también muy útiles.
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Inventiva y poder de imaginación se aplican al movimiento escénico, al manejo de detalles secundarios, en el uso eficaz de utilería, decorado, vestuario y luces. Tiene la mayor importancia en el descubrimiento de lo que se llama el subtexto y su expresión escénica.
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Agudeza de los sentidos, pues su oído debe ser sensible a las voces, a las modulaciones y su relación con lo que se desea expresar, y su vista aguda para las formas y los movimientos.
Tipos de directores
Pocos directores tienen un manejo tan completo de habilidades, competencias y talentos como para ser a la vez eruditos, críticos, técnicos, escritores, psicólogos y artistas. Los hay y los ha habido con esa visión completa, armoniosa e intuitiva, pero lo normal es que un director tenga ciertas cualidades dominantes que hacen que resalten más ciertos aspectos y elijan obras que se ajusten a sus cualidades especiales. Existen directores de escena cuya capacidad visual se impone sobre las demás y trabajan obras donde el uso de los colores, las masas, las sombras, las grandes composiciones y los movimientos sean lo fundamental; podían llamarse directores coreógrafos. Otros tendrán cualidades especiales para lo auditivo y serán atraídos por obras de valores musicales; captarán al público por los valores vocales del diálogo, las inflexiones musicales; en sus obras cobrarán valor el sonido y la música. Los directores psicólogos tendrán como método de dirección el análisis complejo, la exploración minuciosa de los caracteres, las sutiles relaciones de personajes y todas la circunstancias previas. Son directores extremadamente preocupados por la caracterización y la interpretación de los actores.
Por otra parte, existe la especialización de ciertos directores en géneros dramáticos determinados, con cualidades específicas para la tragedia y el drama, o para la comedia. Incluso puede darse el caso de directores especializados en una tendencia o época dramática, como el caso del teatro ritualista, teatro del absurdo o clásicos isabelinos, griegos o españoles.
Cualquier director, a lo largo de su carrera, descubrirá y formará su método de dirección y utilizará las técnicas más eficaces para su expresión, al tiempo que no dejará nunca de formarse e investigar sobre todos los aspectos de su arte.