Revista Empresa
Para avanzar en el conocimiento siempre es interesante relacionar conceptos provenientes de distintas disciplinas, por ejemplo en el mundo de la arquitectura, del diseño de los espacios urbanos, se habla de que no se trata sólo de construir edificios sino que es necesario pensar también que personas los van a habitar y para que van a ser utilizados esos edificios, en que entorno se sitúan, etc. Es decir, que no basta con aportar una solución técnica correcta sino que hay que contar con las personas. Para ello se basan en el diseño participativo, bajo esta perspectiva es necesario contar con los diversos actores que directa o indirectamente se verán implicados con la solución arquitectónica y que tienen el derecho a tomar decisiones consensuadas, para alcanzar una configuración física espacial apropiada y apropiable a sus necesidades, aspiraciones y valores. Recuerdo una anécdota que me contaba una amiga cooperante en Sudán cuando en una de las escuelas que estaban construyendo para crear un sitio exterior en sombra y evitar la radiación solar directa en las paredes del aula, planteó como solución construir el típico emparrado castellano tan fresquito y agradable, cuando lo propuso en una reunión con la comunidad y el director de la escuela, se rieron mucho y luego le explicaron que nadie allí se iba a sentar debajo por miedo a las serpientes. Un buen ejemplo de las consecuencias de diseñar soluciones sin contar con las personas que las van a utilizar. Traslademos estos conceptos al mundo de la empresa, cuando diseñamos algún tipo de proyecto, digamos por ejemplo formativo, ¿realmente se hace según las necesidades/deseos de las personas que van a recibir la formación? Vale, a veces se hacen estudios de necesidades formativas, pero en general, ¿creéis que se pide su opinión en profundidad para identificar que cuestiones necesitan aprender o mejorar para realizar su trabajo? ¿O es más probable que desde algún despacho se diseñe un plan formativo, unos itinerarios, unos contenidos, etc.?Todos nos hemos encontrado con personas que han asistido a cursos de formación, cuando no nosotros mismos, que dicen aquello de que “sí, esto está muy bien pero lo que realmente necesitaría es saber cómo…” ¿Para cuándo una formación 2.0? y no me refiero al 2.0 tecnológico, sino al 2.0 de organización abierta, flexible, participativa,…
¿Por qué no se cuenta con un diseño participativo en la elaboración de un plan de formación o de los contenidos de los cursos? ¿No sería más útil, aunque lleve más tiempo el diseño, seguir un proceso del tipo?:
· Aproximación al problema: se forma un “colectivo” de trabajo para planear de manera conjunta el desarrollo del proyecto. A través del diálogo se consensan los intereses y las prioridades de los diversos colectivos involucrados. · Investigación —conocimiento: se recopila y analiza la información preliminar de cada uno de los componentes desde los cuales surgirán una variedad de ideas que se conjugarán en la propuesta de diseño.· Generación de ideas de diseño: por medio del diálogo, se busca la participación activa del equipo asesor y los colectivos destinatarios.· Concreción y evaluación. A partir de las ideas generadas se elaboran propuestas, a manera de aproximación a las soluciones posibles. Estas propuestas se discuten, se confrontan y se evalúan, quizás incluso con talleres piloto, hasta que se logra consensuar un proyecto definitivo.
De esta forma contaremos de verdad con las personas. No nos conformemos con preguntar para que te respondan “sí” o “no”, como se hace en tantos cuestionarios. Avancemos un poco más para que la formación sea realmente útil.