Revista Coaching

El divorcio con hijos

Por Vivaconproposito

El proceso de divorcio…atañe también a los niños!

Una de las decisiones que siguen siendo importantes en la vida de muchos adultos es la de contraer una relación que denominamos matrimonio, sin embargo, hablar de continuidad, de permanencia, de ser un concepto que en cierta manera encierra el crecimiento de fortalezas es un valor que en nuestra sociedad actual se ha perdido, encontrando en el divorcio como un acto de disolución muy sencillo, empero esto se hace desde un punto de vista del adulto, pero no si existen niños de por medio.

Cuando en un hogar se toma la decisión de iniciar un proceso de divorcio y hay hijos, es importante ante todo salva guardar la integridad emocional no solo de los adultos, sino también contemplar el de los más pequeños de la casa, ya que ésta situación no solo es devastadora para los padres de familia quienes deciden romper el lazo matrimonial cuando ha existido un lazo de afectividad grande, sino también que las consecuencias llegan a tocar los hilos más sensibles en los corazones de los chicos; en la mayoría de los casos afectando el área psicológica, emocional, social y académica de sus hijos.

Cuando una pareja decide separarse deben tener muy en claro que el divorcio compete en cuanto a los arreglos legales a los adultos, a los hijos se les debe mantener al margen ya que cuando existe la intervención de abogados y todo lo que conlleva un divorcio, muchas de las veces terminan en malos términos los padres de familia, acarreando por ellos mismos resentimientos, culpas, enojos reprimidos, odios, cambio de temperamentos, que en la mayoría de las veces por no decirlo siempre, terminan descargando el mal manejo de sus emociones en los hijos.

La poca sensibilidad con la que el pasar de los años endurecen los corazones de los adultos en muchos de los casos, deja pasar la dedicación y el apoyo emocional que los cónyuges debieran encontrar al debilitarse una relación cargada de estrés, y el daño colateral generado corresponde justamente en pensar que los hijos se adaptan de igual manera al proceso de divorcio de un adulto, cuando en realidad ellos necesitan de un mayor soporte emocional de especialistas en el campo para ayudarles a canalizar sus sentimientos encontrados, ira reprimida, culpabilidad inapropiada, entre otros. Hay que recordar que puede ser que los adultos estés preparados para un proceso de divorcio próximo a venir, pero en el caso de los niños no sucede así, pues al tener las figuras materna y paterna, tratan de proyectar la estabilidad de la vida en ellos, como proveedores, modelos y maestros.

Un proceso de divorcio puede tornarse complicado, sin embargo es importante que los padres prevean las situaciones posteriores a la pérdida emocional, o al menos afrontarlas defendiendo la integridad de sus hijos, mas nunca cometer el grave error de utilizarlos como un mecanismo de defensa emocional u obtener ganancias. Recuerden que cada acción que los padres realicen marcarán de por vida el recuerdo de sus hijos, con el peligro de que los más pequeños repitan patrones que no tengan un sentido lógico, simplemente repetirán modelos que consideran en su subconsciente como aceptados como lo es practicar el divorcio como una acción en cadena aunque no llegue a justificarse en sus propios matrimonios.

En el caso de tratar a un niño en el área académica, debo decir que citar a una especialista del centro educativo (ya sea a la orientadora, psicóloga, psicopedagoga, maestra o docente guía) es imperante, ya que existe todo un contexto familiar fragmentado, por lo que un segundo apoyo fuera del núcleo familiar se encuentra en la institución educativa, la que extiende el concepto de modelo de valores que el niño puede asimilar y descargar.

El permitirle al niño acercarse y rodease de personas capaces de brindar también un espacio para escucharle representa una gran oportunidad de tratamiento, cuando el padre de familia está en “picos emocionales” es importante retomar la paz y el diálogo con los pequeños, porque como padres de familia, ellos nunca dejarán de ser hijos.

Los niños se constituyen en observadores pasivos, contemplando el medio que les rodea, analizando según el grado de madurez las conductas de los adultos y lo más importante el trato que se les tenga, por lo que los diferentes valores y costumbres como el respeto, la negociación, la paciencia, la sinceridad y el diálogo son estrategias de mediación y no de maquillaje ante el proceso de divorcio, y es que me refiero a “maquillaje” cuando a los niños se les reprende o por el contrario se les consciente excesivamente para evitar entrar en un tema que ni siquiera los mayores desean tratar, por lo que los niños resultan en individuos violentos, descontextualizados, o malcriados.

Los más pequeños realmente reaccionan ante los estímulos, y son conscientes de los problemas que tienen al frente, exteriorizándolos en reacciones de violencia, irrespeto, comportamiento poco tolerante, irresponsabilidad con sus asignaciones, sollozos, aumento en la sensibilidad emocional, desconcentración en los estudios entre otras reacciones.

Si un adulto toma la determinación de prescindir el matrimonio, debe respetar al menos el espacio personal y el tiempo con sus hijos, hay que recordar que los que se divorcian son los adultos, no los niños. Ante todo, una buena relación de padres divorciados contribuye a que la separación no sea tan traumática.

Existen áreas que deben fortalecerse, como lo son la autoestima, las conductas, la confianza, seguridad, amor y límites en ellos. El fruto de un protagonismo activo de los padres de familia conlleva una mejor comprensión del proceso de divorcio dentro de un marco de respeto y sabrán sobrellevar el luto emocional con mayor normalidad.

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