Revista Opinión
El Doctor Angélico vence al Angel Maléfíco, visto, como es lógico, desde una perspectiva católica.
Publicado el 01 enero 2012 por RomanasQue yo sepa, soy el 1º que lo hace, relacionar directamente a Tomás de Aquino con Carlos Marx, dos personalidades enciclopèdicas donde las haya pues si uno escribió la Summa Teológica, el otro, El capital, y furiosamente antagónicas puesto que si uno lo abandonaba todo al impulso providencial divino, el otro lo encomendaba al materialismo dialéctico.¿Quién tiene razón? La respuesta es terriblemente desalentadora, porque ninguno de estos dos insuperables genios del análisis lógico alcanzó el pleno acierto en la diagnosis del problema ni mucho menos en la solución.Tomás cree en Dios, yo, también, Tomás lo hace utilizando las armas de la lógica aristotélica, yo, tampoco. Tomás cree en Dios porque ha encontrado ni más ni menos que 10 pruebas irrefutables de su existencia, yo no he hallado ninguna prueba absolutamente fehaciente, pero Él se me ha mostrado de una manera decisiva a lo largo de toda mi vida, como sólo se puede mostrar una persona a otra, actuando.Es la 1ª vez y quizá sea la última que traigo aquí, a este puñetero blog, el problema de mi fe en Dios. Es un asunto estrictamente personal, tanto, que, para que no me tomaran por loco, no he compartido mi experiencia con nadie fuera de mi propia familia, porque sólo ella ha transitado por los mismos vericuetos existenciales que yo, de modo que sólo mi mujer y mis hijos podrían aceptar mis vivencias. Punto final a este asunto.A lo que íbamos, el Doctor Angélico alumbró una idea verdaderamente prodigiosa: el hombre es un ser desfalleciente, yo lo hubiera escrito de otra manera menos académica pero más concluyente: el hombre es un auténtico hijo de puta, también lo he descrito como una puñetera mierda seca pinchada en un palo, es un residuo de mi infancia que no he logrado superar todavía y tengo ya 83 años.Y es aquí, en este simplicisimo razonamiento en el que el Doctor Angélico gana definitivamente la partida al que quizá sea el filósofo más importante de la humanidad, Carlos Marx, que también concretó el resultado de su largúisima e intensa investigación filosófica de la historia en una frase tan corta como la de aquél: todo es economía, lo que le llevó de la mano, a él y a sus discípulos, al concepto del materialismo histórico.A mí, el menor de los pigmeos del razonamiento filosófico histórico, que toda la historia humana se mueve impulsada por el jodido ánimo de lucro me parece absolutamente evidente y este acierto de Smith es corroborado luego, a su manera, por el inmenso trabajo marxista, que pone de manifiesto que ese ánimo de lucro es la base de esa acumulación de plus valías que constituye el capital y que es la persecución y acumulación de éste el que determina el devenir de la historia, o sea, que sólo es el materialismo dialéctico el motor que nos ha llevado adonde ahora estamos, y si alguien lo duda que nos explique de otra manera lo que está sucediendo ahora mismo con esta gigantesca crisis económica que nos parece insuperable y que no hace sino validar las tesis de los dos gigantes, de Smith, en tanto en cuanto es la puñetera avaricia humana la que nos ha impulsado a esta carrera sin fin en pos del maldito becerro de oro y demostrando hasta la saciedad que esta caótica situación económica que escapa esencialmente al control de todos sus vigilantes, qui custodiet custodes, tiene su propia dinámica que se muestra incontrolable por ser realmente autónoma.Y aquí viene el fracaso de Marx y el acierto del de Aquino, el materialismo dialéctico es una fuerza ineluctable pero ciega, que, si no se controla de alguna manera nos llevará inexorablemente a la destrucción mediante esa guerra nuclear que algunos ya vislumbramos en el horizonte, y es precisamente el carácter esencialmente canallesco del hombre, el Angélico lo llama “desfalleciente”, el que impide que se concrete aquella utopía marxista del triunfo revolucionario de los proletarios ya que éstos, como jodidos hombres que son, hacen imposible la construcción de un universo marxista porque son incapaces de trabajar sin el maldito y exclusivista ánimo de lucro personal, de modo que en las comunas, cooperativas y otros organismos solidarios siempre hay una mayoría que trata de aprovecharse de los otros o no trabajando lo que debiera, estafa pasiva, o sustrayendo a la comunidad todo el rendimiento del trabajo que puede, volviendo así al origen del maldito capitalismo, estafa activa.