Continúo para acabar esta sarta de reseñas hoy, con la sana intención de sacarme de encima la "Trilogía negra ", ahora que debemos de ser la puñetera zona O del coronavirus en Galicia. Debo buscarme otros recomendadores literarios, o directamente acariciar esa vieja idea de pasarme las vacaciones leyendo uno tras otro libros de novela negra, que al menos los muertos tienen un sentido. Creo que Petros Makaris o Camilleri podrían venirme bien, sin descartar la relectura del irrepetible Montalbán.
Vengo pues de "Elegía" de Philip Roth y de "Ordesa" de Manuel Vilas. Ambas buena literatura y terrible reflexión, aunque una me pille tan lejos como Newark y la otra tan cerca como Aragón. La tercera es "El dolor de los demás", en que Miguel Ángel Hernández rescata un hecho de su propia infancia, cuando su mejor amigo asesina a su hermana y se suicida.
Creo que sinceramente había una gran historia ahí, hasta la huerta de Murcia podía estar a la altura de New York y Barbastro. Es la verdadera favorecida por la novela, te imaginas lo que nunca habías pensado: la Huerta como hábitat propicio a casi cualquier historia, cinematográfico a morir , tanto o más que las marismas del Guadalquivir de La Isla Mínima.
Pero la historia, contada con rigor y académica precisión se queda en casi nada. Le falta punch, chispa, alma. Me he pasado las páginas esperando en balde que de verdad pasara algo.