Vaya, ya suena el despertador. Espera que lo apago…aquí, no…aquí, ya está, ya dejó de hacer ese sonido horrible. Joer, las gotas de lluvia que repiquetean en las persianas, ya verás hoy, menuda mañana de entrenamiento, yo es que no sé quién me manda a mí hacer estas cosas, con el frío que se debe de pasar ahí afuera y lo calentito que estoy aquí dentro.
En fin, vamos a desayunar un poco y así me voy poniendo en marcha. ¿Cariño, desayunamos juntos? Nada, está completamente dormida. Aunque, cómo va a estar, si son las siete y media de la mañana y es domingo, y además ayer salimos un poco. Que ahora que lo pienso no sé yo qué tal me sentarán los cereales y la leche, porque tengo el estómago algo revuelto. Anoche no debí tomar la tercera copa de vino, pero es que ese liante de Andrés siempre me convence y no encuentro la manera de decirle que no. Vamos, que igual tampoco la busco mucho, ¿eh?, pero desde luego encontrarla no la encuentro.
El frío siempre echa para atrás
Easy AdSense by UnrealBrrrrr….cómo resuena el viento en la persiana, madre mía, qué pocas ganas de salir. Pero tengo que hacerlo, tengo que ser constante, le tengo que enseñar a ese arrogante de Lolo que puedo subir puertos tan rápido como él o más. Bueno, tan rápido como él. Es que lo del otro día todavía escuece, cruzármelo entrenando, que se dé la vuelta, me salude y me deje tirado como una colilla en la primera subida que nos topamos. Claro, como él trabaja desde casa tiene mucho más tiempo que yo para tocar la bici. Tiempo y ganas, seguramente, pero yo tengo más vida social, y saco a cenar a mi mujer, y no me paso el día pensando en desarrollos y subidas. Al menos fuera del tour de Francia no lo hago. Y quizás en la Qubrantahuesos.
Sí, yo creo que no voy a desayunar, que no tengo el cuerpo para eso. Hoy entrenamiento en ayunas, y así consigo bajar esos dos kilitos que me sobran, o tres. Que leí el otro día que entrenar en ayunas es bueno, pero sólo a veces. Sí, además con este tiempo no estaré mucho rato sobre la bici, y esos dos puertos que iba a subir igual me los salto. Por la bajada, más que nada, que resultaría heladora. En fin, para arriba.