Más de dos siglos antes de que el sanguinario Vlad Tepes cubriera los campos de Valaqui y de Transilvania de cuerpos decapitados o empalados, un personaje presuntamente vampírico ya sembraba el terror en la comarca de l'Empordà (Girona).
Todo comenzó en 1212 cuando los reyes Pedro II, Alfonso VIII y Sancho VII, junto a varios nobles extranjeros, emprendieron la batalla de las Navas de Tolosa (Jaén) contra los musulmanes. Entre los extranjeros que llegaron a tierras hispanas había un noble de nombre Strucc o Struck.
Tras la batalla, algunos de los caballeros extranjeros se afincaron en tierras españolas y Strucc -que al parecer ostentaba el título de conde- recibió un pequeño feudo en el norte de Girona, concretamente en Llers, tierra famosa por su ancestral tradición brujeril.
Strucc, que supuestamente habitó en el castillo de Llers, se casó con una mujer noble y destacó por su caballerosidad y su buen trato con los súbditos que habitaban cerca de la fortaleza. Sin embargo, tuvo la desgracia de enviudar pronto. El cadáver de su esposa fue enterrado en la Colegiata de Sant Feliu de Girona, un antiguo templo visigótico reconstruido el siglo XII. Allí exsiste todavía una tumba perteneciente a la esposa de un caballero de nombre Alli Estruccionis, muy posiblemente nuestro Strucc.
La vida del noble se desarrolló con normalidad hasta que se vio obligado a mandar ajusticiar a unas mujeres acusadas de brujería. Según la leyenda, antes de morir quemadas, las supuestas brujas le habrían maldecido.
Tras el fallecimiento de Strucc empezaron a desencadenarse extraños sucesos en la comarca: ataques nocturnos, misteriosas muertes, etc., y en el pueblo comenzó a correr el rumor de que el conde se había convertido en un no-muerto. Según se cuenta, la gente, atemorizada, solicitó ayuda a un cabalista, quien ayudado por sus conocimientos mágicos y esotéricos habría logrado que Strucc descansara en paz.
Con el paso de los siglos son pocos los que recuerdan esta vieja historia. Sin embargo, hasta hace unas décadas, cuando la gente pasaba por el castillo de Llers lo miraba de reojo pensando en aquel personaje que, por culpa de una maldición, cambió su condición de hombre justo y valiente por la de un tenebroso no-muerto.