En el búnker subterráneo de un hospital en el norte de Israel decenas de sirios heridos en la guerra son atendidos por médicos israelíes antes de volver a su tierra natal, donde ocultarán su paso por un país considerado enemigo.
Hamza (nombre ficticio por seguridad) quedó herido de bala cerca de Damasco, explica a un grupo de periodistas este sirio de 31 años con la pierna inmovilizada y sentado en la silla de ruedas con la que pasea por el refugio habilitado para casos de conflicto en el Centro Médico Galilea, en la localidad costera de Nahariya.
Desde que comenzara el conflicto en la vecina Siria, caen ocasionalmente proyectiles en Israel
En esta planta baja, y con vigilancia permanente del Ejército israelí, hoy reciben tratamiento los sirios como ocurre en otros hospitales del norte que han atendido alrededor de 3.000 pacientes desde que comenzaran a prestar asistencia hace cuatro años, confirmó a Efe una portavoz castrense.
Israel y Siria están técnicamente en guerra aunque la zona de los Altos del Golán, ocupados desde 1967 y anexionados por las autoridades israelíes en 1981 donde residen comunidades drusas sirias, se ha mantenido en una relativa calma bajo un tácito pacto de no agresión.
Desde que comenzara el conflicto en la vecina Siria, caen ocasionalmente proyectiles en Israel, la mayoría de fuego perdido aunque se han producido disparos intencionados de los que el Ejército acusa al régimen de Bachar al Asad y responde bombardeando.
Borrando huellas
Una vez recuperados en los hospitales israelíes, los sirios regresarán a su país vestidos «con ropa comprada en Jordania» y los médicos borrarán «cualquier signo de su paso por Israel» incluso en las prótesis que utilizan para reconstruir las heridas de la guerra, asegura Eyal Sela, director de otorrinolaringología y cirugía de cara y cuello del centro.
«Lo último que vio antes de ser trasladado aquí fue cómo disparaban a sus hijos»
Sela se emociona cuando recuerda a su último paciente, Mayid, a quien recompuso las facciones del rostro, destrozado por la artillería, con un molde de titanio.
«Lo último que vio antes de ser trasladado aquí fue cómo disparaban a sus hijos», relata compungido y destaca que la relación médico-paciente desmonta los estereotipos de países enemigos: «Hablamos, contactamos como personas, aunque hayamos sido educados como rivales», sentencia.
La dirección del Centro Médico Galilea impide tomar imágenes del rostro de Hamza y del resto de pacientes – todos los encontrados por Efe hombres en edad de combatir -, aunque Sharon Mann, del departamento de relaciones del hospital, sostiene que la mayoría de los que atienden son mujeres y niños.
Los soldados que se mezclan con el personal médico evitan que los sirios den información de su procedencia y de cómo fueron trasladados hasta el país e instan a los periodistas a obviar todo dato que les identifique.
«Razones humanitarias»
Israel, que no ha tomado oficialmente parte en el conflicto sirio, asegura que esta asistencia responde a «razones humanitarias» aunque los sirios de los Altos del Golán, a 80 kilómetros del hospital, consideran que se trata de una ayuda encubierta a los grupos armados de la oposición.
«Están curando también a terroristas. Israel sí toma partido en la guerra siria», opina el druso residente en Golán, Shalan Marzouk, abiertamente simpatizante del régimen sirio que utiliza su misma narrativa.
El jeque Husam Naser, de la villa ocupada de Bukata, le refrenda y cree que el apoyo israelí a los rebeldes busca evitar que el grupo libanés Hezbolá, que lucha en Siria junto a Al Asad, se posicione cerca de la frontera.
Naser y Marzouk argumentan que la mayoría de la población del Golán tiene familia residiendo en las áreas bajo control oficial de Siria por lo que se oponen al tratamiento de combatientes rebeldes.
Este habría sido el motivo por el que una noche de junio de 2015, un centenar de drusos de esta zona atacó una ambulancia militar israelí que transportaba heridos sirios cerca de la villa de Magdel Shams, en un incidente que provocó la muerte de uno de ellos.
«Civiles heridos»
Un oficial del Ejército, que pide mantener oculto su nombre, señala con el dedo la línea divisoria con Siria que se extiende a tan sólo un kilómetro, para indicar el paso por donde dice que rescatan a los que asegura que son «civiles heridos».
«Los soldados israelíes los atienden y un equipo médico los asiste. Cuando es necesario los trasladan a los hospitales», explica con el ruido de disparos de fondo de las batallas que se libran a escasa distancia.
Israel no ha acogido refugiados sirios hasta ahora pero el Ministerio de Defensa llegó a un acuerdo con el de Sanidad para costear estos tratamientos temporales en el país.
La semana pasada, el titular de Sanidad, Yaakov Litzman, advirtió de que no se habían abonado los costes y que si no se producía el pago inmediato los hospitales israelíes dejarán de asistir a sirios a partir de mayo.
Fuente: Finanzas.com