Revista Opinión

El "drama" y la "vergüenza" de ser español hoy

Publicado el 13 abril 2019 por Franky
Ser español representa hoy una desventaja. Por ser español, un ciudadano carece de prestigio en el exterior, paga mas impuestos, padece más burocracia, abona más dinero por la luz, tiene que pagar mas multas de tráfico y es de los europeos que menos recibe del Estado a cambio de sus impuestos y sacrificios, pues los servicios que financia el Estado son de inferior calidad y cada año son menos cuantiosos los fondos destinados a educación, sanidad y políticas de ayuda a los mas débiles. Disfrutamos de un buen clima, hermosas tierras, patrimonio histórico abundante y de una gastronomía envidiable, pero a cambio la educación es pésima, la seguridad ciudadana está cada día peor, la sanidad pública pierde calidad dia a dia y el ciudadano, impotente y sin participación ni influencia política, no es respetado por el poder, que viola insistentemente sus derechos a trabajar, a tener una vivienda digna y a vivir con confianza, alegría y esperanza. --- Además de contar con todo ese lastre y de vivir en desventaja con respecto a la mayoría de los ciudadanos de otros países avanzados, los españoles están siendo obligados, vergonzosamente, a soportar por la fuerza las corrupciones, errores y arbitrariedades de una clase política corrupta, probablemente la peor de Europa y una de las mas dañinas en el mundo para su propio pueblo.

Cada español, por culpa del despilfarro de sus políticos y del endeudamiento público vertiginoso, nace con una deuda de más de 12.000 euros y con pocas posibilidades de encontrar trabajo, de disfrutar de prosperidad y de desenvolverse en un mundo justo y con igualdad de oportunidades.

Rodeado de abusos y situaciones indignantes, los españoles viven constantemente vejados y obligados a padecer arbitrariedades y abusos. La factura de la electricidad, cada día mas costosa e incomprensible, es un ejemplo: muchos más de la mitad de esa factura eléctrica se debe a costes de política pública, y lo mismo ocurre con otros sectores, como el de los combustibles, en los que los impuestos tienen un peso exagerado.

El cambio de gobierno en Andalucía, donde una coalición del PP y Ciudadanos ha puesto fin a cuatro décadas de socialismo enquistado, ha puesto al descubierto un mar de abusos, arbitrariedades y hasta delitos del poder: una sanidad deteriorada, listas de esperas insufribles, en las que se ocultaban cientos de miles de enfermos, ineficiencia de los gobernantes, inmensos beneficios para los amigos, desprecio y relegación de los adversarios, dinero público desaparecido por todas partes, miles de amigos y familiares contratados a dedo y miles de chiringuitos inútiles creados por el poder para situar a sus amigos y beneficiarlos.

Por culpa de los políticos en España cierran las empresas, se pierden puestos de trabajo y la pobreza y la tristeza ganan terreno a diario. Para tener garantías de trabajo y prosperidad ya no basta con estudiar y prepararse profesionalmente, sino que es necesario tener el carné de un partido político o familiares y amigos bien situados en el poder.

Los españoles han sufrido humillaciones y agresiones de sus políticos que no habrían sido soportadas en cualquier país digno y decente del planeta, como que los políticos y sindicalistas hayan saqueado la mitad del sistema financiero, aniquilando las cajas de ahorro y robando miles de millones de euros, además de haber sido estafados por los bancos y cajas que vendieron productos tóxicos y sin garantías, como las participaciones preferentes, gracias a los cuales han sido saqueados los ahorros de cientos de miles de ciudadanos, en su mayoría jubilados, sin que el gobierno haya hecho nada por remediar esa brutalidad.

Ser español ya no es motivo de orgullo, sino todo lo contrario. Los españoles, por culpa de la imagen corrupta que sus políticos proyectan, tienen en el mundo fama, de ser poco trabajadores y corruptos, además de cobardes por soportar gobiernos indecentes, abusivos y escasamente democráticos. Ser español representa hoy pertenecer a un país que, con excepción de algunos deportes, como el fútbol, solo destaca en los rankings mundiales de la desvergüenza y la ignominia: prostitución, alcoholismo, blanqueo de dinero, tráfico y consumo de drogas, baja calidad de la enseñanza, fracaso escolar, corrupción, desempleo, mal funcionamiento de la Justicia y desprestigio del liderazgo político, entre otras muchas suciedades.

Cada día son mas los españoles que quieren cambiar la situación actual y que se convencen de que el mayor impedimento para la regeneración son los grandes partidos políticos, cuyo poder y dominio son desmesurados porque han burlado casi todos los controles que la democracia establece para limitar el poder y castigar a los que abusan y se corrompen.

Ninguno de los grandes partidos españoles, incluyendo los nacionalistas, practica la democracia interna y sus hojas de servicios a la patria y al bien común son tan escasas que no ocurriría nada si desaparecieran o si los jueces decidieran ilegalizar a algunos de ellos por acumular demasiadas violaciones de la ley.

La baja calidad de la democracia española, la corrupción, el abuso de poder y la injusticia reinante son la causa principal de la frustración colectiva del pueblo y del nacimiento de partidos nuevos que nacen con furia y determinación de cambiarlo todo, como Podemos y VOX, como también están el desprecio de los ciudadanos a su clase política, el divorcio del pueblo con sus gobernantes y la voluntad de burlar al fisco siempre que se pueda.

España es, sin duda, un país herido por sus políticos, tan insensatos, torpes y corruptos que están conduciendo al país hacia la alienación masiva de la ciudadanía, la desintegración y el colapso, dramas difícilmente evitables porque existe un perverso contubernio entre los partidos corrompidos y el grueso de los medios de comunicación, sobre todo de las estaciones y cadenas de radio y televisión, que se encarga de lavar los cerebros y engañar a con eficacia a una ciudadanía que en lugar de expulsar del poder a los delincuentes, los sigue votando con fanatismo estúpido.

Francisco Rubiales



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