Revista Libros

El Dramaturgo, de Ken Bruen

Publicado el 07 enero 2013 por Aramys

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Llegados a este punto, hay que joderse.

Ya no hay más Jack Taylor.

El dramaturgo es la cuarta entrega de la serie de Jack Taylor y la última que se publicó traducida en España, allá por 2009. De la tercera entrega de la serie ni rastro en español.

Cabrones.

A estas alturas todos conocemos a Taylor, mi querido Taylor, mi admirado irlandés  y pocas veces feliz Jack Taylor. Pero gracias a la cabronada de no publicar The Magdalen Martyrs, la tercera entrega de la serie, en El dramaturgo Jack es un hombre totalmente nuevo; ha pasado de:

Bebedor incurable, autocompasivo exacerbado, honesto, cabezota, contestón y cocainómano.

a

Ex bebedor, ex cocainómano, ex fumador, tolerante con un cierto toque optimista, parroquiano asiduo a la iglesia los domingos  y, si me apretáis un poco, hasta romántico.

Y nos hemos perdido el proceso por el camino.

Volver a Ken Bruen, volver a esa sensación de opresión y dureza, volver a esa asfixia, a esa tensión que sientes cuando te aprietan las pelotas, ¿RECORDAIS?

Pero en El dramaturgo, Bruen esta más moderado, como su personaje, más relajado, más reflexivo, y nos ofrece una novela más templada; Jack esta curado, pero no deja de pensar en ello, no deja de ver fantasmas, de luchar contra ellos, no deja de pensar y pensar, eso que se le da tan bien cuando esta sobrio.  Jack esta siempre midiendo, calculando su nueva vida de sobriedad, de abstemia. Pero eso no quiere decir que pueda esquivar los golpes, Jack es Jack de principio a fin y la abstemia no va a cambiar ciertas cosas.

Cáustico, contestón, borde, irónico, Jack, Jack, Jack, Jack, nuestro hombre que resurge de las tinieblas una y otra vez, y que parece que esta vez se va a mantener a flote. Precario, pero a flote. Siempre, en las novelas de Bruen, lo más importante es ver como Jack se destruye y se rearma, se destruye y vuelve a armarse, pieza a pieza, como asistimos a esa supervivencia, como compartimos esa malograda vida, auto malograda y auto destruida vida. Los crímenes son secundarios. Y esta vez, lejos de destruirse, Jack se auto conserva, se mantiene, lucha. Y los crímenes, de nuevo, son secundarios. Os juro que son lo de menos. La figura de Jack llena tanto la novela, la enriquece tanto, que lo que pasa a su alrededor es un espejismo, es relleno, es paja.

Os dije que es imposible no empatizar con Jack Taylor.

Estudiantes que mueren accidentalmente al caerse por las escaleras. Y en las que encuentran un ejemplar del mismo libro debajo de sus cuerpos. Alguien de su pasado le pide que lo investigue. Espejismos. Un grupo de hombres que se toman la justicia por su mano. Patrullas vecinales. Los lanceros. Espejismos.

Supervivencia. Persistencia. Espíritu de conservación.

El nuevo Jack Taylor.

Entré detrás de la barra y me quedé paralizado, un alcohólico frente a la artillería. Todos los chiscos letales allí, a la vista: Jameson, Paddy, Black Bush. En menos de lo que canta un gallo podría ponerme un doble y bebérmelo.

….le serví un baso largo, cogí aguan con gas par mí y dejé veinte euros en la caja. Hoy, nada de bebida gratis.

Y aunque he dicho que Bruen esta mas moderado, no quiere decir que no te apriete poco a poco.

 Poco a poco.

La madre de Jack. Y el círculo que se cierra, la reacción de la comunidad. Y Bruen aprieta. Ann Henderson. ELLA. Y otro circulo que se cierra, dolorosamente. Bruen aprieta más. Jeff y Cathy. Más fuerte. Ronnan Wall. Todavía más fuerte.

Serena May.

Y dejarás de respirar, desearas estar muerto. La última página de El dramaturgo es la venganza de Bruen a tu sonrisa, a tu bondad, a tu creencia en el cambio, es el infierno, la maldad, es Jack Taylor en estado puro, en esencia, sin filtros.

El odio puro.

 

 

El dramaturgo

Ken Bruen

Editorial Via Magna 2009

247 páginas.


El Dramaturgo, de Ken Bruen
El Dramaturgo, de Ken Bruen

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