En realidad, Dublín no ha cambiado tanto desde entonces. Ahora puede estar rodeada de autopistas, de barrios dormitorio y de algunos rascacielos pero el centro sigue prácticamente igual.
Sólo hay que quitar algún edificio, suprimir algún brillo, cambiar el technicolor de muchos escaparates por un romántico y austero blanco y negro y ya estamos en esa otra ciudad que ha recuperado el que posiblemente sea el mejor escritor irlandés de su generación.
Cuenta John Banville (Benjamin Black) que cuando decidió escribir novela negra, se dio cuenta que la Dublín de los años cincuenta ofrecía el escenario perfecto, con su ambiente matizadamente siniestro, desdibujado por la niebla, el humo de las chimeneas y esa lluvia constante.
No hay más que salir a la calle con sus libros para comprobar que todo está ahí. No falta casi nada. De la mano de su antihéroe, el forense Garret Quirke comprobamos que la orilla norte del río Liffey sigue dominada por dos majestuosos edificios neoclásicos de finales del XVIII diseñados por James Gandon: Custom House (Aduana del Puerto) y Four Courts (Palacio de Justicia). Que nadie busque el Hospital de la Sagrada Familia. No existe pero tampoco costaría demasiado encontrar la institución en el que está inspirado.
Fuente:
- "Viajar con la muerte en los talones. El Dublín de Benjamin Black".