El duelo

Las personas que pasan un duelo, según los psicólogos, atraviesan seis estados: de impacto, de negación de la pérdida, de tristeza profunda, de culpa, de rabia y de aceptación. Las fases no siguen necesariamente ese orden y tampoco son estanco ya que, indican, puedes moverte de una a otra a lo largo del proceso. Aunque solemos asociar el término duelo a la pérdida de un ser querido los especialistas aclaran que puede atravesarse cuando algo importante termina, ya sea una relación de pareja, un trabajo o, por ejemplo, cuando los hijos se van de casa. Lo que tienen claro es que la última fase (y esa sí que es la última), la de aceptación, no se producirá sin que previamente hayamos transitado las anteriores.

Hay quien se queda anclado a una de las fases intermedias, por lo general la de tristeza profunda o la de rabia. En el primer caso se produce una depresión que no se consigue superar y en el segundo encontramos ejemplares cabreados con el mundo, que es quien paga su disgusto. Son personas que no llegan nunca a la aceptación y, por lo tanto, no son capaces de superar la pérdida, sus vidas quedan en suspenso. Por lo general las personas que afrontan mejor los duelos son las que, a lo largo de su vida, se han enfrentado con valor a otro tipo de situaciones, las que, aún a riesgo de perder, han apostado por una posible alternativa mejor. Quienes se someten a las circunstancias suelen quedarse enganchados a uno de los estados.

Aceptar que alguien se ha ido es duro, lamentablemente lo sé por experiencia y he pasado por todas y cada una de las fases en cada caso. En algunas pérdidas se ha hecho más largo el proceso que en otras, pero en todas ha sido necesario pasarlas. En algunos casos la pérdida ha sido inevitable y en otros voluntaria, pero en todos he tenido que atravesar las seis puñeteras fases para llegar a aceptar que se puede vivir sin.