Revista Libros

"El duelo es esa cosa con alas" de Max Porter

Publicado el 11 octubre 2017 por Rt
Una novela breve y necesaria sobre la necesidad de elaborar el duelo y de cómo la ayuda de un cuervo resulta beneficiosa
Homenajeando una frase de Emily Dickinson, El duelo es esa cosa con alas (Editorial :Rata_) es una novela que narra la vida de un hombre que ha perdido a su mujer. Y la de dos hijos que han perdido a su madre. Y cómo entre todos, con la ayuda de un cuervo gigante, consiguen apuntalar sus vidas y seguir adelante, sea lo que sea este tópico. Se trata de una novela que a veces deviene en poesía y de nuevo vuelve a la prosa, adquiriendo una hondura que cala hasta el hueso.
Vivimos en una sociedad tecnificada en la que hablar de la muerte se considera lúgubre y de mal gusto. Sin embargo, y por paradójico que parezca, la muerte no deja de ser la única certeza que tenemos. Tenemos las esperanza, a veces amparada por la religión, de que nuestros seres queridos se han ido al Paraíso o a algún lugar mejor. Pero los que quedamos aquí tenemos que seguir adelante, sobre todo cuando no tenemos ninguna gana de hacerlo y pensamos que estaríamos mejor muertos nosotros también.
Eso es lo que le pasa a este padre de familia. No puede rendirse, porque tiene dos hijos a los que sacar adelante, y tampoco puede hundirse. Así que se refugia en el ensayo que está escribiendo sobre Ted Hughes (quien, recordemos, también perdió a su esposa Sylvia Plath) y en las visitas de un cuervo gigante, que le viene a visitar y le habla de temas morbosos.
La vida es muerte también. Y la vida es poliédrica, y tras el dolor hay cosas sencillas, como bañar a los niños o hacer la cena. También hay muchas, muchas preguntas. Pero no suele haber respuestas. El tiempo todo lo cura, o eso nos dicen en los funerales, siendo ésta una de las múltiples frases hechas que dice la gente y que no consuelan nada. Pero la vida es dolor, y es muerte, y en mitad de los cementerios a veces hay rayos de luz que iluminan al doliente. Porque este libro no intenta demostrar la fragilidad ni la fortaleza de los protagonistas. Es una eterna carta de amor a nuestros seres queridos, pero sobre todo a nosotros mismos, los que nos quedamos, los que tenemos que afrontar un día más. A aquellos a los que nos queda todavía lo más difícil por realizar: vivir.  

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