Revista Educación
A mis pies una ciudad fría, indiferente, asfixiante. De mis múltiples fiestas ninguna me reporta la satisfacción de haber sido yo, al natural. En la repisa de mis sueños he vuelto a apostar por un amor equivocado y distante. Porque no era como tú. El olvido no borra tus dedos sobre mi espalda, las noches desveladas, un abrazo que se me antojaba eterno. Todo lo que me diste y lo que nunca más volverá se desvanece entre las prisas de un mundo que sigue amaneciendo, muy a mi pesar. No encuentro mi sitio, tengo miedo al compromiso. El eco de tu amor inunda mis días, entierra mis noches, baila a mi alrededor y se burla de una mujer sin experiencia que ha quedado herida de muerte tras tu ausencia. Busco tu mirada en otros hombres. Tu sonrisa de alquiler, las promesas pendientes. La llama se apagó sin nosotros darnos cuenta y yo de bruces al suelo pero en el edificio más alto, en el balcón de mis soledades, intentando entender lo ocurrido, con la brisa del pasado arañando mis mejillas. Tratando de recomponer mi vida lejos de las formalidades y desdenes de la gran urbe, cosiendo las heridas que me dejaron tus palabras a medias, esperando desterrar de mi alma el eco de un amor que aún duele, que aún respira.