Revista Salud y Bienestar
Mi corazón palpita más fuerte mientras escribo estas líneas al compás de las sombras del ayer que permanecen intactas en mi diario debajo de la almohada. Retales de papel tan frágil como tus propios sentimientos que cayeron derrotados bajo las patas de mi cama. Te marchaste como un fugitivo lejos de mis labios; haciéndome sentir vacía; apática. Hoy sé que podría escribir una enciclopedia con aquellas cosas que nunca te dije y llenar tu alma de palabras de esperanza con sabor a mí. Cartas sin final ni remitente. Hoy sólo puedo decirte que me alegro de haberte conocido y haber compartido en tu compañía un pedacito de esta aventura que es mi vida y tu vida entretejidas como telas de araña. Cuando tenga ochenta años miraré hacia atrás con el orgullo de saber que tú formas parte de mi historia porque allá donde vaya siempre tendré un hueco para ti en mi pensamiento. Contigo aprendí a querer más allá de mi insensatez; más allá de tu inmadurez. Hay algo mágico en ti; en tu esencia perfecta que el aire dibuja en la lejanía. Es el amor más allá del amor; la vida más allá de la vida; y yo, más allá de mí misma. Cuando la realidad duele; tú sigues ahí presente en mi cosmos de medianoche para rescatarme de mi propia desdicha interior. Aquello que nunca te dije: te quiero, te quiero y te quiero con toda mi alma. Donde el corazón me lleve; ahí estarás tú. Encadenados; diferentes; dos en uno. Al norte de mi corazón; durmiendo juntos al Este del Edén.Mensaje de la historia: el agradecimiento hacia el pasado es fundamental para vivir con alegría el presente, de lo contrario, el ser humano arrastra rencores que impiden ver lo bueno de la realidad presente. El ser humano está en una constante evolución y en un proceso de transformación continuo a lo largo de la vida. Ahí reside el misterio de la identidad personal que permanece inquebrantable desde que el hombre nace hasta que muere más allá de los cambios físicos experimentados y más allá de la madurez adquirida. En todo cambio existe algo que permanece: el "yo" que convierte a cada persona en única e irrepetible. El camino de la vida es largo por eso conviene tomar la paciencia y la constancia como dos ingredientes fundamentales en la consecución de toda meta. Incluso de la más importante; la felicidad. Sin embargo, pese a lo que en ocasiones pueda considerarse, la felicidad es un proceso de largo recorrido en el que el ser humano debe aprender a disfrutar de cada momento presente. En la mayoría de las ocasiones, la mayor obsesión surge de querer controlar lo incontrolable, aquello que es incierto en sí mismo: el futuro. La mente puede generarse grandes dosis de sufrimiento a sí misma si se adelanta mentalmente al mañana de forma continuada porque en realidad nadie sabe qué es lo que nos depara el destino.