Desde que Susan Sarandon empezó a cumplir años alejándose de la juventud, desde que, en esencia, siguió con vida, todo han sido críticas a que tuviera una pareja, Tim Robbins, doce años menor que ella. Y críticas a su forma de vestir señalando qué enseña o deja de enseñar porque una mujer “de su edad” no debería comportarse como “una colegiala”, llamándola a una supuesta decencia, como si hubiera algo indecente en llevar el escote que a ella le dé la gana.
Susan Sarandon tiene 73 años y todavía hay quien cree que sus tetas de no le pertenecen a ella. Me pregunto qué pasa con las mujeres que cumplen años. Si dejan de existir o de sentir. O si más bien es el resto de la sociedad la que las vuelve invisibles.
¿Por qué no puede Susan expresarse sin ser insultada? ¿Qué hay de malo o de raro en que una persona adulta desee o socialice como alguien que quiere ser deseable?
Estamos muy mal acostumbrados a colocar a las mujeres siempre en el rol de hijas, de madres, hermanas y esposas. A desposeerlas de su libertad para ser y estar. Susan no tiene que dar explicaciones a nadie sobre sus tetas. Nada tiene que ver la reputación de una mujer con sus tetas. Nada tiene que ver la edad con sus tetas.
Lo único que hace Susan es algo que molesta a mucha gente. Que da miedo a muchísima otra: ser libre. Porque cuando tú ves que alguien es libre. Cuando ves que se pasa por el forro lo que puedas opinar de ella.
Lo que haces es hacer de espejo. Le estás diciendo a esa persona que es sencillo hacer lo que sientes. Y que, si no lo haces, es porque eres un cobarde que pone excusas.
El cuerpo de Susan Sarandon no es una excusa para que tú te sientas mejor con tu vida. Su cuerpo existe sin ti, sin pedirte permiso. Y, por supuesto, din pedirte perdón.
(Texto inspirador de Roy Galán)