Título: El edificio de las mujeres que renunciaron a los hombres
Autora: Karine Lambert
Editorial: Reservoir Books
Género: novela contemporánea
Páginas: 208
Publicación: 4/9/2014
ISBN: 9788439728986
Que cuatro mujeres vivan juntas no tiene nada de especial, pero ¿y si esas cuatro mujeres comparten la idea de que los hombres cuanto más lejos mejor?Esta es la típica novela cuyo título da pie a imaginar mil cosas sobre ella. Desde: "son una panda de feministas que se han encerrado en un edificio para poner a caldo a los hombres" hasta "un grupo de amargadas que se engañan a sí mismas", muchas son las ideas preconcebidas que a una se le pasan por la cabeza antes de enfrentarse a su lectura. Y, al final, ni tanto ni calvo: ni son feministas radicales ni son amargadas. Son mujeres dolidas, en su mayoría, que quieren mantenerse a salvo de la necesidad de tener un hombre en su vida mientras curan sus heridas. Solo que hay heridas que quizá no sanen nunca.
Bienvenidas al edificio de las mujeres que han renunciado a los hombres. En un bonito edificio de París viven Simone, Rosalie y Giuseppina. La propietaria, conocida como la Reina, bailarina retirada, es amable y considerada con sus huéspedes, pero ha impuesto una norma estricta: en el edificio no se admiten hombres.
Cada una de ellas tiene una razón de peso para haber renunciado a los hombres. En sus nuevas vidas no tienen que preocuparse de sufrir por amor pero ¿por qué vivir sin amor? Ellas afirman:
No hemos renunciado al amor. Hemos renunciado a la esperanza loca de vivirlo.
A las montañas rusas.
A querer acercar el polo norte y el polo sur.
A dejarse tomar el pelo por una caricia.
A perder la cabeza y estar enganchada a una relación tóxica. Y así hasta que un día llega la joven Juliette a ocupar un piso vacío. Entonces el curso de sus vidas puede que tome un giro inesperado y la portería parisina se abra a nuevos o viejos habitantes.
Me ha gustado el retrato que de cada una de estas mujeres hace Karine Lambert. Todas son diferentes y, sobre todo, llegan al edificio con una trayectoria vital y sentimental dispar, aunque todas coinciden en haber vivido un fracaso amoroso que las ha partido en dos. Todas menos "la Reina", la dueña del edificio, la que impone la estricta regla de no permitir la entrada de hombres en sus apartamentos. Yo diría que ella es la única que, efectivamente, ha renunciado a los hombres de forma consciente, aunque esa renuncia tiene que ver con su manera de entender la relación con el sexo opuesto y con el inexorable paso del tiempo.
El resto (Simone, Rosalie y Giuseppina) no creo que hayan renunciado a los hombres. Simplemente los hombres (y no solo vistos desde el punto de vista sentimental, sino también desde el familiar) les han hecho tanto daño que han tenido que huir y se refugian en un lugar seguro en el que saben que no volverán a herirlas. Algunas de las historias que nos propone Lambert para estas tres mujeres son realmente duras (Giuseppina me ha tocado la fibra como ninguna otra) y aunque coinciden en esa renuncia a lo masculino, sus sentimientos y posturas son bien diferentes. Por eso, la llegada de Juliette las desestabiliza tanto.
Porque Juliette no ha renunciado a los hombres. Ni mucho menos. La pobre Juliette (¡vaya historia, la suya!) no podría renunciar jamás a un hombre porque es la única esperanza que le queda de sentirse amada por primera vez en su vida. Así que sí, se muda al edificio pero sabe que su paso por ese territorio al que los hombres tienen prohibido el paso es temporal.
A pesar de lo corta que es esta novela, me ha dado la sensación de que los personajes están perfectamente dibujados y de que evolucionan ante nuestros ojos. De hecho, yo consideraría que esta es una novela de personajes más que de cualquier otra cosa, porque son ellas, sus vidas y sus pensamientos las que sostienen este relato pausado, delicado, suave y con toques poéticos.
Y no solo su longitud hace que esta novela se lea de forma muy rápida. Los capítulos cortos y la sensación de verte inmersa en la vida cotidiana de esas cinco mujeres y en la de los vecinos del barrio también contribuyen a meterte en la historia y, por tanto, a que leas y leas casi sin darte cuenta. Hasta que llega el final y se rompe el status quo que encontramos cuando abrimos el libro.
En definitiva, Lambert nos ofrece en esta novela una visión sobre las diferentes maneras de amar en sentido amplio: desde el punto de vista romántico pero también desde la perspectiva de los amigos, los padres y los hermanos. Nos presenta, así, amores tóxicos, cobardías, formas efímeras de entender las relaciones con los hombres y anhelos profundos que quizá ni siquiera se calmen cuando se consiga lo que una cree que saciará su eterna hambre de cariño. Un cariño que sí es capaz de proporcionar la amistad entre estas mujeres que funcionan, en la práctica, como una familia casi perfecta. Aunque no sea esa la forma de amor que a todas llena.
Lambert nos habla de esos paréntesis que a veces abrimos en nuestras vidas, de sus causas, de sus consecuencias, de su duración y de su final. Una historia de mujeres que aún tienen pendiente normalizar sus relaciones con los hombres, olvidar heridas y estereotipos, idealizaciones o vilipendios y aprender a (con)vivir con el sexo opuesto tal cual es.
Nos seguimos leyendo.
Incluyo este libro en los siguientes retos:En esta novela he encontrado algo parecido al personaje que tenga (al menos) un póster/cartel en su habitación que pide el Reto Encuentra al Personaje. Se trata de la Reina, la dueña del edificio, quien tiene en su casa una inmensa foto que, por sus dimensiones, es más un póster que una foto al uso:
- Reto100 libros: 80/100
- Reto Encuentra al personaje: 31/36
Juliette mira la inmensa foto en blanco y negro que ocupa la mitad de una pared: el retrato de un hombre que se ríe a carcajadas con los ojos cerrados. Por primera vez lee la definición de la palabra "loco" y sus declinaciones, escritas en legras negras sobre el rostro: Que ha perdido la razón. Hacer el loco. Historia de locos. Loco de alegría. Loco de ira. Una casa de locos (páginas 116 y 117).