Revista España

El edificio que iluminó Madrid

Por Manugme81 @SecretosdeMadri

En ocasiones mientras camino por Madrid, miro a ambos lados y me fijo en los edificios que me acompañan, muchas veces vacíos pero de aspecto pomposo y refinado e imagino la pena que tienen que sentir al rememorar sus gloriosos tiempos pasados. No pocos de ellos fueron, tiempo atrás, de gran relevancia para la Villa, siendo útiles y vivos. Hoy, son una sombra de lo que fueron pero lo importante es, que se les recuerde y valore como merecen.

Algo que pasa por ejemplo con un inmueble ubicado al principio de la Calle de la Palma, concretamente en el portal número 10. Ahí aguarda un edificio de fachada impoluta y cuerpo neoclásico que hace dos siglos resulto vital la vida de Madrid, de hecho, podríamos decir que durante un tiempo fue él quien iluminó la capital de España en sus noches y días más oscuros, aquí estuvo la Real Fábrica de Ceras, una institución mucho más importante de lo que cabría creer en un principio.

Inaugurada en el año 1788 por orden expresa del rey Carlos III, hay que trasladarse a aquella época cuando las velas no eran un elemento decorativo, como sucede en muchos hogares en la actualidad. Entonces, la cera era casi un bien de primera necesidad ya que en el siglo XVIII no había luz eléctrica y las habitaciones se iluminaban con velas. El Palacio Real, sólo él, tiene miles de estancias ¿Os imagináis el coste que suponía esto en velas? Por eso, el monarca llegó a la conclusión de que era mejor fabricarlas por cuenta propia que comprarlas a terceros. Por este motivo se puso en funcionamiento esta Real Fábrica de Ceras que, en 1801 comenzó a fabricar también velas para el resto de los ciudadanos y dejó de suministrar en exclusiva a la Familia Real.

El edificio que iluminó Madrid

Esta industria del Barrio de Universidad, aunque muchos lo conocéis por Malasaña, estuvo operativa hasta el año 1834, cuando cerró por orden de la regente María Cristina. A partir de ahí, la vida de este edificio comenzó a dar tumbos y aunque fue la sede por ejemplo de la Fábrica de Chocolates Matías López o la sede del Gremio de Panaderos ya nada fue igual, y terminó por apagarse, en silencio y lentamente, como alguna de las miles de velas que en ella se fabricaron.

En la actualidad el bonito edificio, que se rehabilitó y se ha utilizado para albergar distintos eventos, como por ejemplo Casa Decor, es sede de oficinas de una importante cadena hotelera. Una actividad y unos vecinos, muy distintos a los que conoció en su origen, un ejemplo más de que aquello de "renovarse o morir" en el corazón de Madrid es muy, pero que muy cierto.


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