El efectivo, en peligro de extinción

Aunque muchos aún negocian con los fajos de billetes, la verdad es que cada vez es más escaso el dinero en efectivo. Y ocurre por varias razones como la sensación de inseguridad y la practicidad.

Esta situación ha llevado a que el móvil se convierta en la nueva billetera y, por ende, que el sector de la banca se transforme digitalmente para convertir sus oficinas para que la gente hiciera filas, a espacios para la asesoría en donde muchas de sus operaciones se hacen por internet.

Según la firma consultora en marketing digital, eMarketer, para finales de 2019 más de mil millones de personas en todo el mundo harán algún tipo de pago a través de dispositivos móviles. Los países más desarrollados lo tienen claro: En Suecia, la legislación les da a los comercios, la autonomía para decidir si aceptan o no dinero en efectivo; como resultado, las transacciones a través de efectivo cayeron al 1%, de acuerdo con el World Economic Forum. En Corea del Sur, el 80% de las transacciones se hace por vía digital y en China, más de mil millones de usuarios usan sus teléfonos como billeteras virtuales.

A pesar de que en Colombia hay mucho arraigo a la cultura del efectivo, se han registrado avances en los últimos años en cuanto al uso de las plataformas digitales para comercializar artículos. En jornadas como los BlackFriday y los Cyberlunes se ha aumentado hasta en un 50% el número de visitas en plataformas como Mercado Libre y el ticket promedio de los consumidores ha incrementado hasta en un 22% en los últimos períodos. Según un estudio de Linio, en Colombia las transacciones de comercio electrónico alcanzan los cuatro millones de dólares al año.

Si hay más transacciones digitales, los negocios pueden ahorrar muchos costos y parte de esos ahorros, ser transferidos a sus clientes. Pero para ello es clave que los comercios en Colombia inicien el camino de la digitalización, que el sector financiero siga prestando más servicios y para ello es fundamental apoyar el emprendimiento fintech con el fin de que haya más tecnologías al servicio de nosotros, los usuarios finales.

Nota: Columna publicada originalmente en Vanguardia el día 26 de diciembre de 2019