Uno de los principales problemas en la empresa, es no saber de donde vienen los problemas. Son tantos los flancos, que identificar una fuente resulta complicado. Sin embargo, poco a poco vamos identificando las señales.
En este caso la situación tiene nombre y se la conoce como efecto expulsión o crowding out. Se produce en los casos en los que el déficit público es elevado y el Estado debe buscar capital para la financiarlo. Para ello emite una gran cantidad de deuda pública a tipos de interés elevados con objeto de atraer inversores. La consecuencia inmediata es un alejamiento de las empresas de la financiación bancaria.
En este caso, el mantenimiento de tipos de interés bajos por parte del Banco Central Europeo, no supone un fácil acceso al crédito. Si la actividad económica continúa siendo baja, aunque el precio del dinero sea barato, conseguir un préstamo resultará más complicado tanto para empresas como particulares.
En estas condiciones, el sector público se encarga de expulsar del mercado al sector privado. Las entidades financieras prefieren conceder préstamos a los entes públicos dejando a un lado a particulares y empresas, ya que confían en recuperar su inversión, por el supuesto menor riesgo asumido. Pero se produce la paradoja de que sin crédito la actividad económica se ralentiza y multitud de iniciativas privadas no encuentran salida. Se generan menor cantidad de impuestos con los que pagar el endeudamiento público. Si la espiral continua, la situación puede llegar a ser insostenible.
En la economía del sueño, el desconocimiento de la trascendencia de nuestros actos económicos no nos impide perder nuestros depósitos. Estamos obligados a entender el funcionamiento de las operaciones que realizamos y sus consecuencias. Buscamos maximizar las rentas sobre el capital e inversiones hasta un punto donde el riesgo limita con la pérdida del mismo.
Cuando jugamos en exceso con este equilibrio, corremos el riesgo de perderlo todo. Sin embargo, este no es el problema. Sino saber qué se hace y cómo se genera la renta de forma responsable. Asumir el riesgo personalmente, no dejándolo en manos de aquellos que ganaron nuestra confianza, para luego perderla a la misma velocidad que perdíamos nuestros depósitos.