El otro día, recibí un correo de Josep, un periodista afincado en Cataluña. Me preguntaba acerca del 14-F y, sobre todo, del "efecto Illa". Me contaba que en las tierras catalanas, los candidatos no determinan, en grado sumo, los resultados electorales. Y no los determinan porque existe una base electoral ideológicamente inmóvil. Tanto es así que diputado arriba, diputado abajo, las urnas arrojan recuentos similares desde hace varios años. En Cataluña existe una sociología electoral de corte independentista - o separatista - como lo queramos llamar, que vota independencia. Y vota así, queridísimos lectores, más allá del sino económico de sus vidas. Y más allá de que el adversario de turno haya sido ministro de Sanidad o un "latin lover" en las Vegas. Esta creencia, arraigada en el ideario colectivo, no es tan descabellada como parece. Y no lo es porque PSC y Catalunya en Comú-Podem no salen agraciados en las últimas encuestas.
Las últimas instantáneas demoscópicas dejan a las fuerzas progresistas muy lejos del cetro catalán. Ambas fuerzas políticas - PSOE y Catalunya en Comú-Podem - no suman los 68 diputados necesarios para atesorar el ansiado rodillo.Y no suman porque la "base electoral inmóvil independentista", que decíamos atrás, está todavía bajo los efectos anestesiantes del procés. Un procés que, aunque algunos piensen lo contrario, todavía quema combustible en una gran parte del ideario social de Cataluña. Todavía hay quienes sueñan con la República Independiente de Cataluña. Existe, por tanto, una masa ciudadana que mira, con nostalgia, a los tiempos de Puigdemont. Una masa, como les digo, que todavía vota con la venda en los ojos. Una venda - separatista - que les impide visionar, con claridad, otros problemas de su tierra. Hay, por tanto, un sector de la población catalana que no ve más allá de un hipotético "Brexit catalán". Y esa falta de miras; esa mirada fija en el separatismo, les impide que otros discursos calen en sus fueros ideológicos.
Esta ceguera separatista arroja por la borda la estrategia de Illa. Una estrategia que pasa por dos ejes principales. Primero, construir un relato social que eclipse, de una vez por todas, el discurso separatista. Un relato que ponga en valor el deterioro económico de Cataluña y la necesidad de aplicar políticas sociales. Segundo, acercar a las dos Cataluñas mediante un discurso que ponga en solfa la paz social en detrimento del enfrentamiento civil acostumbrado. Este discurso - de unión y conciliación entre catalanes - sería similiar al que empleó Biden para acercar posturas entre republicanos y socialdemócratas. La elección de Illa como candidato del PSC podría beneficiar, en un futuro no muy lejano, al PP. Y lo podría porque su elección se ha producido en el momento más crítico de la pandemia. Si Illa salvara el barco socialista del naufragio catalán, Pedro amortiguaría, de alguna manera, las críticas de Casado. Si fracasara, aumentarían los nubarrones en el tejado la Moncloa.
Por Abel Ros, el 27 enero 2021
https://elrincondelacritica.com/2021/01/27/el-efecto-illa-luces-y-sombras/