Revista Opinión

El efecto mariposa y la política como el arte de lo posible

Publicado el 03 octubre 2010 por Romanas
Hoy, sí, hoy me conviene admitir un par de cosas, que la política es el arte de lo posible y que vivimos en un mundo tan globalizado que todos admitimos como verdad indiscutible el efecto mariposa.
O, dicho de otro modo, que es imposible la autarquía.
Porque la única posibilidad que tendría Zp para hacer, hoy, ahora, una auténtica política de izquierdas sería, también, que no existiera el maldito efecto mariposa, o sea, que el hecho de que una mariposa bata sus tenues alas en Australia, repercuta casi al instante aquí, en la vieja e inteligente Europa.
Pero el efecto mariposa existe, es una realidad, si España abandona los mercados internacionales, yo, entre otras muchas cosas, dentro de unos pocos meses dejaré de cobrar mi pensión de la Seguridad Social y mi vida se convertirá en un auténtico infierno, que yo conozco demasiado bien porque ya lo sufrí bajo aquella espantosa autarquía que nos impuso el franquismo.
Autarquía, el poder para ser autosuficiente. Pero yo ya no lo puedo ser. Tengo casi 82 años y necesito que mucha gente haga cosas por y para mí. Mi mujer me hace la comida, lava mi ropa, estira las sábanas de mi cama y me ayuda a levantarme del sillón cuando tengo que hacerlo porque mis piernas no tienen ya fuerza suficiente, ésta es la palabra, ya lo vemos, la autosuficiencia.
De mismo modo, para que las arcas de la SS tengan dinero suficiente para pagarme mi pensión, el Estado, esa entidad que los liberalistas y los anarquistas, qué curiosa coincidencia, quieren suprimir, ha de agenciarse en el mercado internacional los fondos necesarios para que las industrias del país funcionen adecuadamente y creen la riqueza suficiente para abastecer nuestras propias necesidades como país.
Y los prestamistas internacionales no nos darán ni un duro si no comprueban nuestra solvencia, es decir, nuestra capacidad de pagar las deudas que contraemos, y no podremos hacerlo si no creamos la riqueza suficiente, los expertos lo llaman PRODUCTO INTERIOR BRUTO, en adelante PIB, y resulta que España ha generado, últimamente, dudas suficientes de poseer esta capacidad, o sea que nuestro crédito como entidad estatal ha disminuido tanto que nuestra capacidad de endeudarnos, es decir, de pedir dinero prestado mediante la emisión de nuestra Deuda pública había disminuido de tal manera que casi era inexistente.
En tales circunstancias, Obama, Merkel, Sarkozy “et alteri” llamaron a ZP y le dijeron: “mira, muchacho, nos caes bien, te queremos mucho, pero ya no puedes seguir jugando a las izquierdas, nuestros prestamistas, nuestros banqueros internacionales han decidido cerrarte el grifo y no darte un céntimo siquiera más porque vas directamente al abismo y desde allí no se puede pagar lo que se debe, y, por si fuera poco, muchacho, los especuladores internacionales están preparando sus afiladas garras para clavarlas inclementemente en tu delgado cuello y nosotros no podremos detenerlos si tú no nos ayudas, haciendo lo que no tienes más remedio que hacer, ya sabes, la jodida política es el arte de lo posible, y tú, ahora, sólo puedes hacer 2 cosas, dimitir, convocar elecciones generales a fin de que  la ultraderecha, nuestra ultraderecha, ocupe ese poder político que tú, todavía, detentas, o hacer lo que ésta no tendría tampoco otro remedio que hacer: liberar el mercado de trabajo, para que los empresarios sepan que pueden despedir mañana, sin ninguna clase de gastos, al currito que acaban de contratar hoy, lo que tal vez los decida a crear nuevas empresas, pero, sobre todo, tienes que asegurarnos que vas a poder pagar todo lo que te prestemos para lo que es absolutamente necesario que no sólo restrinjas al límite todos los gastos sociales sino que les aprietes las clavijas a los únicos que se las puede apretar, funcionarios, pensionistas, o sea, todos los que reciben sus estipendios a través del Estado, para disminuir ya la sangría de ese défícit que está matando tu economía”.
Y el bueno de Zp hizo lo que tenía que hacer y nosotros, sus conciudadanos, nos enfadamos tanto con él que no sólo le organizamos una huelga general sino que nos preparamos jubilosamente para darle el gobierno que él ostenta a la peor de las ultraderechas del mundo, seguramente porque pensamos que el suicidio, un buen y seguro suicidio colectivo de este desgraciado país, es ya la única buena solución que está a nuestro alcance.



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