La destitución de Tomás Gómez ha sido un golpe bajo para las filas de Podemos
a destitución de Tomás mantiene enfrentados a los tigres de papel. Mientras los escribas de Caño – el director de El País – consideran que la decisión de Sánchez ha favorecido al Pesoe, las plumas de Casimiro analizan, en clave de derrota, el hundimiento del buque insignia madrileño. Es, precisamente, esta contradicción en la interpretación de la información entre unos y otros, la que invita a la crítica a reflexionar sobre el asunto. Las razones de la destitución de Tomás – en palabras Pedro Sánchez – se deben, por un lado, a las presuntas irregularidades – denunciadas hace seis años por ABC – acerca de los sobrecostes en la construcción del tranvía de Parla y, por otro lado, a la baja expectación demoscópica, que producía su candidatura de cara a los próximos comicios autonómicos. No olvidemos que la destitución de Tomás se produce justo el día después de la entrevista que Sánchez concedió a informativos de Tele Cinco. En dicha entrevista, el líder socialista criticó la pasividad de Pablo Iglesias en el caso Monedero y dijo que si por él fuera ya lo hubiese destituido.
Gracias a la cabeza de Gómez, el líder socialista afianza – y en eso le doy la razón a El País – su liderazgo en los intramuros de Ferraz y pone contra las cuerdas a las filas de Podemos. No olvidemos, que el gesto de Sánchez – aunque haya provocado una crisis interna entre "Sanchistas" y “Tomasistas" – ha sido un golpe bajo para quienes critican los "garbanzos negros" de los otros, sin sacar los de su olla. Aparte de Tomás, el partido socialista tiene – como ustedes saben – más políticos cuestionados en el seno de sus filas. Tiene, como les digo, abierto el caso de los ERE en Andalucía. Un "marrón" donde, a día de hoy, nadie ha saltado de su silla, a pesar del ruido que se oye desde los tiempos de Griñán.
Así las cosas, por una cuestión de analogía e higiene democrática, el líder socialista debería cesar a quienes, como Gómez, están bajo sospecha en las tierras andaluzas. Acción, que si todos los secretarios generales – da igual del partido que sean – la llevaran a cabo, los ciudadanos cambiarían su actitud ante la "casta". Así las cosas, el sondeo que ha publicado hoy El País aprueba, por aplastante mayoría, el gesto de Sánchez. Lo aprueba, como les digo, porque sería incoherente que un país, como el nuestro, – cansado de la corruptelas palaciegas - viera, con malos ojos, que un jefe político apartara a las negras de su rebaño.
Tomás Gómez, como les dije en el párrafo primero, tampoco levantaba las pasiones esperadas de cara a los próximos comicios, segunda razón de que haya rodado su cabeza. Así las cosas, el Pesoe – en palabras de Pedro – no se puede permitir más derrotas en el feudo madrileño. No se lo puede permitir, como les digo, porque la equivocación del candidato haría que Esperaza Aguirre – la misma que abandonó el barco en plena travesía – volviera a coger los mandos de la nave a meses vista de las generales. La victoria en Andalucía – con Susana Díaz al frente – y la recuperación de Madrid – con un nuevo candidato, impoluto de sospechas – supondría un tanto para Pedro de cara a las nacionales. No olvidemos que, a día de hoy, el bastión de la izquierda – Podemos, Izquierda Unida y PSOE – carece de candidato y ello, como ustedes saben, favorece a la derecha. La elección de Gabilondo como sustituto de Gómez no sería, desde los ojos de la crítica, una opción inteligente. No lo sería, como les digo, porque el ex ministro de educación pertenece a los tiempos de Zapatero y, todo lo que suene a ZP es afín a Rubalcaba; luego es una derrota asegurada. Visto así, lo más verosímil sería un candidato de la cantera; alguien desconocido para los suyos, como lo era Pedro en su día, que le saque los dientes a los otros sin que nadie pueda señalarle con el dedo.
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