El ego de una treintañera

Me pregunto qué música ha marcado mi mes y pienso en un grupo que descubrí recientemente de casualidad. La canción que más me gusta se titula Exoskeleton, no entiendo la letra, o más bien no me he parado a pensar en ella, así que no sé de qué va. Me gusta el ritmo. Me hablan de la cromatología y a veces solo intento quedarme con las ideas para contar lo que otra gente ya me ha contado y parecer más interesante, pero eso no me hace real, y no sé contar historias si me esfuerzo, así que al final todo queda en falta de atención de mi público y palabras inconexas explicando una historia que no tiene una conclusión clara.

Vuelvo al hilo, a la música y pienso que en este mes L. me descubrió un grupo mientras se duchaba, y que pensé que era una buena melodía para despertarse, luego para cocinar, más adelante para follar. Y es cierto que quizá el mes se ha hecho largo, y he estado algo triste e irascible, y no he dormido bien, y he reflexionado sobre el hecho de perder amigos a medida que te haces mayor, de sentirte más sola.

Volví a escribirle a J. sin pensar y es verdad que le echaba de menos, pero creo que echo de menos tener a alguien que me abrace, que me escuche, que me arrope y me dé calor. Necesito dormir con la misma persona cada semana y que tenga unos labios como los de L. y me mire como lo hace él, sonreírnos a la vez, mirar al suelo, mostrarnos tímidos delante del resto. En su fiesta de cumpleaños yo era la más guapa y creo que solo es por la actitud, que realmente lo define todo. Cintura ajustada, brazo apoyado en la encimera de la cocina, cerveza en una mano.

Y creo que ahí se dio cuenta de mi valor, porque todos sus amigos se quedaban ahí en la cocina, para darme conversación, para oír mis historias, para saber de dónde vengo y adónde voy. Me preguntó que qué me gustaba hacer y contesté que escribir. Hacía mucho que no le contaba esto a nadie.

-¿Y qué crees que le aportas a la gente?
-¿Con lo que escribo?
-Exacto.
-No lo sé. Nada, creo. Es más lo que me aporto a mí. Supongo que cierta gente puede sentirse identificada, pero creo que en realidad es lo que me aporta a mí misma el hecho de escribir, me hace sentir bien.

Y en el momento no lo pienso, pero al plasmarlo en papel me pregunto si vuelve a ser el ego quien actúa. Y quizá es la actitud que tengo últimamente la que atrae lo que no quiero. Pienso en lo malo y digo en voz alta cosas que no me gustan para que no las digan otros antes. Le comento que tal vez se tenga que ir ya, aunque no quiero que se marche. Le digo que no me maree, aunque el pobre es el que está mareado. Insinuo que quizá tengo una cena, aunque no es verdad, solo es para que no crea que él es quien decide que se va.

Solo quiero estar tranquila conmigo misma y dormir bien. Y hacer una media maratón como I., o surfear bien de verdad, apuntarme a atletismo, hacer malabares, tocar como un DJ, producir algo, soñar más.