Revista Educación

El ejemplo de las beguinas

Por Siempreenmedio @Siempreblog
El ejemplo de las beguinas

Canales, queso, marihuana, pequeños pueblos que parecen postales, Van Gogh, zuecos, el barrio rojo y su prostitución, bicicletas, la Plaza Dam, la erwtensoep (sopa de guisantes) o los coffee shops. Era previsible que me encontrara todo eso en Amsterdam, y así fue. Pero de lo que no me acordaba (probablemente porque mi visita anterior a esta maravillosa ciudad fue demasiado corta) era del beguinario. El beguinario (begijnhog en holandés, y esto va dedicado a unos magníficos anfitriones, Geert y Gaatze, para que comprueben que al menos he aprendido una palabra en este complicado idioma) me dejó sin palabras.

Este reducto de paz en medio de una ciudad que bulle de turismo y al que se entra por una discreta puerta de la Plaza Spui, me demostró cómo ya por el año 1346 un grupo de mujeres decidió dejar de someterse al poder masculino para hacer lo que les venía en gana, o casi. Y deben reconocerme que hacer algo así allá por el siglo XIII es, cuanto menos, admirable.

Las beguinas surgen cuando las mujeres suponen una mayoría por causa de las guerras y la única alternativa al matrimonio eran los conventos de clausura. Es decir o sumisión marital o eclesiástica al varón. Deciden entonces organizarse en comunas democráticas que trabajaban para obtener alimentos y practicar la caridad, además de algún arte como la música. Eran religiosas pero laicas y podían abandonar la comuna en cualquier momento. Había una condición para vivir en un beguinario: ser mujer. Tanto es así que aquellas que morían y querían dejar sus viviendas en herencia solo podían otorgárselas a otras féminas. Las beguinas podían tener relaciones con hombres pero a partir de una hora las puertas del beguinario se cerraban y solo podían quedar dentro las habitantes que componían la comuna.

A la Iglesia no le gustaban las beguinas (trataron de disolverlas acusándolas de herejía al ver que atraían donaciones que pensaban que les correspondían). A la mayoría de los hombres de la época no le gustaban las beguinas (porque suponía perder el derecho de supremacía masculina). Incluso a muchas de las mujeres que vivían según lo establecido por aquel entonces tampoco les gustaban las beguinas (probablemente porque suponía cuestionar las estrictas normas que existían). Muestra de ello es que intentaron acabar con las comunidades muchas veces sin conseguirlo, afortunadamente. De hecho la considerada última beguina falleció en 2013 en Bélgica. ¡Ocho siglos después de que la primera decidiera organizarse!

¿Cómo vamos a dejar de luchar por la igualdad con las facilidades que nos ofrece el siglo XXI cuando un grupo de mujeres en el XIII tuvieron las agallas de independizarse del poder establecido para tratar de ser libres?


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