El miedo no ha conseguido tumbar a los desencantados de Nicolas. Los dardos envenenados lanzados desde las filas de la derecha no han servido para dejar en el sofá a millones de franceses disgustados con el merkelismo de su Président. En días como hoy, el dibujo sonoro de Europa invita a la izquierda occidental a vislumbrar los trazos desgastados de la etapa neoliberal. El ladrido del dóberman de "la España de ZP" no servido a las élites de Sacorzy para frenar los caballos de la izquierda de François.
La primera vuelta de tuerca en los engranajes de la Bastilla siembra de rosas a los históricos campos Elíseos de Mitterrand. Hoy más que ayer, el pueblo de Napoleón ha dicho su primer no a la omnipotencia de Sarkozy. Los brotes verdes de la socialdemocracia comienzan a brotar en el monopolio conservador. La probable victoria de Hollande supondrá un contrapeso necesario en el continente de los mercados.
La mancha roja en los lienzos azules de Europa apaciguará el canto de los gallos en los corrales conservadores de la señora Merkel. La voz de la izquierda en el coro de la derecha servirá a la Hispania de Mariano para desmontar el maleficio orquestado por Nicolas. El "ejemplo español" como estrategia electoral no ha servido al marido de Carla para aclarar las aguas malolientes de los lagos de Rajoy. Quizás la "España sin bienestar" dibujada día tras día por el titular internacional haya servido de "ejemplo" a nuestros vecinos del norte para no orientar su voto hacia una copia barata de las políticas del líder de la Moncloa.
Desde la crítica de la izquierda debemos descifrar el mensaje de millones de franceses que han dicho no a la Europa de los mercados en pro de de los Estados. La sostenibilidad por encima de las prisas y el bienestar como aliado del crecimiento son las claves alternativas para ganar la batalla a una crisis con los sables de la igualdad. La bofetada de Mariano a su pueblo soberano lo sitúa en el mismo pasillo que su homólogo francés. El mismo pasadizo que ostentan los políticos cuando se ven con el cetro en la mano y se olvidan de la temporalidad de su mandato.