“Las mentes independiente deben acostumbrase a comportarse como mentes interdependientes por medio de intercambio de conocimientos, donde cada uno actúa en forma independiente con sus elecciones personales pero integrándose responsablemente como miembro de un sistema coherente en base a elecciones colectivas.” Afirma José Luis Roces en su libro Valor Perdurable, y continúa:
“Esta comprensión es la base del ejercicio de responsabilidad por logros específicos que en el lenguaje del management moderno se denomina “accountability”.
De fallar el accountability el proceso de afiliación no será posible y el sistema se presentará como incoherente o desarticulado, privilegiando comportamientos individuales incompatibles con el funcionamiento holístico del sistema.
El proceso de decisión o de conducción o de liderazgo explica la necesaria personalización de ciertos roles jerárquicos en la estructura organizativa del sistema a los que se les otrorga la facultad de decidir por encima de los intereses de las partes.
Todos los sistemas son jerárquicos. Como dice Wilber “no hay forma de evitar la jerarquía”.
Nuestra metáfora de asimilar la empresa con un organismo nos permite ser muy firmes y claros en la importancia de la jerarquía en la empresa dentro del sistema.
Toda jerarquía natural es un orden de totalidad creciente (átomos-células-organismos).
El sistema empresa reconoce este isomorfismo asignando roles de autoridad crecientes: encargados-jefes-gerentes-directores.
De no hacerlo o no ejercerlo adecuadamente el sistema actuará en forma deficiente.
Comprender la necesidad de los roles de autoridad no exime de ahondar en los comportamientos de las personas que en ejercicio de la autoridad caen en la deficiencia patológica de dominio”.
Como dice Goleman, Boyatzis y McKee en su libro El Líder Resonante crea más “la tarea fundamental del líder es despertar los sentimientos positivos de sus subordinados y ello ocurre cuando un líder produce resonancia, es decir, el clima emocional positivo indispensable para movilizar lo mejor del ser humano”.
Para concluir, no sería natural evitar el poder jerárquico en los sistemas, el tema es como lo ejercemos para afilar a los ejecutivos y que el sistema se comporte con virtuosismo. Y es aquí donde la consciencia humana juega su partido fundamental dentro del ámbito empresario.
Sin responsabilidad no hay liderazgo y sin consciencia el ejercicio del liderazgo y del poder se vuelve patológico y su toxicidad termina erosionando la infraestructura humana y de efectividad en la que se sostiene toda organización productiva.
Tal como resalta Andrés Ubierna:
“La consciencia humana juega su partido fundamental en todos los ámbitos de la vida y en particular cuando nos referimos a personas que ostentan el poder. Cuando, sin embargo, estas personas llegan a posiciones de poder dentro del ámbito organizacional a partir de opiniones construidas sólo por los resultados que fueron capaces de generar y por su habilidad de relacionamiento con los tomadores de decisión, todos se verán perjudicados. La consciencia que se refleja en un comportamiento virtuoso no debe quedar lamentablemente abandonada. No desmerezco el valor de los resultados ni de las relaciones, al contrario, los considero claves, sin embargo llamo la atención para que asumamos que estos dos aspectos no son suficientes para conducir o liderar un sistema hacia niveles más altos de abundancia y humanidad.
Siguiendo las palabras de Peter Senge escritas en el prólogo del libro Liderazgo Consciente de Chatterjee:
“Si una persona llega a ocupar un cargo de autoridad que excede sus virtudes, todos sufrirán”, escribió Huang-ti, hace 2.500 años [...] y el cultivo de la virtud proviene del desarrollo de la consciencia [...]
La interiorización de estas virtudes no proviene del “de afuera hacia dentro” que nos han enseñado como códigos morales que debemos seguir ciegamente. Se trata de virtudes que vivimos y seguimos naturalmente a medida que nuestra conciencia se despliega [...]“
Por Víctor Raiban