La masonería cumple ya 300 años, desde que en 1717 nuestros padres y antecesores pusieron en pie un espacio de consenso, desacralizado, en el cual pudieran caber todos los hombres y sus creencias: anabaptistas, unitaristas, trinitarios, calvinistas, luteranos, católicos y hasta «estúpidos ateos» incluídos los libertinos, siendo importante ese espacio latitudinario, porque como bien decía Charles Porset, «la masonería de ese momento no podía ser nada más que un sincretismo» si es que se quería que el imperio de la razón tuviese futuro.Sin embargo, hubo quien quiso retornar a los viejos cánones del mundo religioso medieval, al oscurantismo que había presidido tantas almasretomando los viejos modos noaquitas, y queriendo hacer de esta primigenia masonería de 1717, nacida de la utopía y la razón una nueva realidad tiñendo sus utópicas estelas de vaga religiosidad que se ha ido impregnando en todo el corpus masónico, sobre todo a través del quehacer de las diferentes escuelas y corrientes de pensamiento que ha atravesado a la masonería..Mucho han luchado los masones por sacudirse este empeño de encima, Desmond, Amiable y otros, por ejemplo, dentro del GOdF, los cuales consiguieron en 1877, y unos años antes en Bélgica, que el imperante GADU, oxímoron expresivo de la «presencia divina», fuese derogado del ámbito logial, pues no es vano empezaba a significarse como un destructor del ideal masónico, al convertirse en un referente concreto, y como no, de una referencia a la creencia, que se escapara de la esfeera de lo íntimo y particular, haciendo de su presencia un imbolo en logia.Pero será el viejo Groussier, como Gran Maestro del GOdF, empujado yo creo que por las corrientes imperantes más racionalistas que parecían venir a desarmar toda la cultura occidenta y la porpia masoneríal, quien bajo la influencia de O. Wirth, y de M. Lepage, quien apoye el desarrollo de la «búsqueda simbólica», cimentando esta manera una especie de «espiritualidad laica» en el seno de los trabajos masónicos.
Pasando por ejemplo la «aceptación» masónica tan neutra como habían querido los padres fundadores de 1717, a que la «iniciación» constituyeses la columna capitel de toda una concepción simbólica, en la cual limperara el axioma de la «masonería como una institución esencialmente iniciática».Echando de esta manera por la borda toda una cultura de en la cual la masonería constituyese, como así lo expresan los primigenios textos ritualizados, «una escuela de la vida, por el hecho de reunir a los hombres para conversar y banquetear, bajo formulas muy sencillas, un tanto ritualizadas, y un ramillete de símbolos hurtados a los viejos masones operativos». Tal vez el espíritu estaba claro, como así se desprendia del quehacer primigenio en Inglaterra, puesto que no podía ser de otra manera dada la diversidad y pluralidad de los masones y sus creencias, pero el Continente podemos que la masonería reaccionó de otra manera, su encuentro con el catolicismo imperante, y como no, con las Luces creó una dicotomía distinta, de tal manera que se dieron dos grandes corrientes, tal y como nos expone Jean-Charles Nehr.
- La de los hombre preocupados por la humanidad, buscando desde sus ámbitos la lucha por una sociedad esclarecida o y la mejora del hombre y la sociedad desde perspectivas filantrópicas, que devendrán tras años de trabajos en una posición y posición social y política de las logias, y por tantos eran hombres ajenos a las búsquedas iniciáticas. Lo cual se expresa muy bien en Francia con la ley de 1905, y la preocupación por un nuevo concepto de trabajo masónico en por de la «república universal» de los masones.
- Y aquellos otros, que verán a la masonería como el transporte ideal que asegure , gracias a los símbolos y al conocimiento, una permanente búsqueda iniciática, objeto único de su preocupación, respetando las diversas concepciones, pero realizando un esfuerzo notable de coherencia muy cuidadoso y elaborado por hacer comprender el fenómeno divino y sus sabiduría y su orden dentro del Cosmos, Dichos buscadores hacen devenir a la propia masonería en la expresión ultima de la búsqueda esotérica-iniciática, en cuya escuela de pensamiento tienen cabida muchas corrientes de pensamiento, desde las corrientes hermético-cabalísticas a las escuelas pitagóricas o el rosacrucianismo, etc . Todo ha de servir para la progresión iniciática.
Frente a las lagunas del propio relato hirámico, estas dejan paso a nuevos grados que instalados en el «secreto» introspeccionarán en esas lagunas e incógnitas, en un intento de acceder a los desconocidos poliformismos que se pueden resumir en esta porpuesta que nos hacía un importante masón «la respuesta masónica: es el posible acceso a una serie de ceremonias iniciáticas que provocan la revelación en ese este «desconocido» por «iluminación»,y que como remacha Paul Naudon: «el objeto de la iniciación es conducir al individuo al Conocimiento por una iluminación interior, proyección y aprehensión del centro de mi mismo y de la luz trascendente».
Y en esas estamos, y aunque algunas organizaciones como el Gran Oriente de Francia, no dejaron pasar el momento de clarificar la cuestión con posicionamientos de posturas más racionales rebajando el espíritu esotérico e iniciático a mínimos aceptables, pero no deja de ser cierto que tal cuestión se ha apoderado de la recepción masónica que la convertido en el «tótem» de una extraña mítica iniciática» lo cual no ha dejado de experimentar un ascenso imparable en la masonería.Víctor Guerra. MM.:: Rito ModernoPresidente del Círculo de Estudios del Rito Moderno y Francés “Roëttiers de Montaleau”