Si hay un rascacielos mítico, ése es el Empire State Building de Nueva York y lo es por múltiples razones: como obra de ingeniería porque fue el primer gran rascacielos y supuso un antes y un después en cuanto al aspecto de las grandes metrópolis del mundo entero; como edificio arquitectónico porque su imagen dio la vuelta al mundo y consiguió convertirse en todo un emblema de la ciudad de Nueva York y de la modernidad y el progreso estadounidense; y como icono cinematográfico gracias a la imagen de una de las criaturas más impresionantes del cine y la literatura, el famoso King Kong, cuya imagen -encaramado a la antena de la cúspide de la emblemática torre, atacado por docenas de avionetas y observado por una jovencísima y bellísima Jessica Lane- ha dejado una impronta imborrable en la retina de la cultura moderna.
Se encuentra en el corazón del distrito de Manhattan, en el número 350 de la Quinta Avenida, en su confluencia con la 34 Oeste y su figura, de 471 metros de altura, ha dominado el skyline de la ciudad de Nueva York desde la fecha de su construcción, en 1931 hasta que en 1972 la torre norte del World Trade Center le arrebató el título del edificio más alto del mundo.
Entre las curiosidades sobre el edificio está su diseño, cuyos dibujos se realizaron en tan solo dos semanas y que fue un encargo a la empresa de arquitectura Shreve, Lamb y Harmon, aunque el artífice fue William F. Lamb, uno de los socios de la empresa; su financiación que corrió a cargo de uno de los principales magnates americanos, Pierre S. du Pont y uno de sus ejecutivos John J. Raskob, que fue también ejecutivo de la general motors y que en su construcción participaron más de 3.400 trabajadores y cinco de ellos perdieron la vida en accidentes.
Para todos los turistas que visitan Nueva York, el subir a lo alto del Empire State Building es una de las experiencias prácticamente obligatorias. La terraza que se encuentra en lo más alto del edificio, en el piso 102 y rodea la estructura de la cúspide conforma una plataforma panorámica que es uno de los más espectaculares miradores para apreciar la grandiosidad de la Gran Manzana, aunque también hay un mirador en el piso 86. El horario de visitas comienza a las 8:00 de la mañana y el último ascensor que sube por la noche es a las 1:15 y si no queréis perder medio día haciendo cola, lo mejor es estar a primera hora de la mañana, eso sí, a poder ser, un día sin niebla.