Una vez superados los peores momentos de la crisis derivada de la pandemia, las contrataciones de las personas con discapacidad vuelven a remontar y con ellas, lo hacen también sus aspiraciones de cara al nuevo año. Si en 2021, el 65% de los desempleados no confiaba en el mercado laboral, la cifra de aquellos preocupados por quedarse atrás o por tener dificultades para encontrar empleo ha bajado en 2022 hasta el 47,8%
La crisis de la Covid-19 trajo consigo un impacto económico y social sin precedentes, que puso en especial riesgo de exclusión a aquellos que ya atravesaban dificultades antes de la pandemia. Es el caso de las personas con discapacidad, que vieron cómo su inclusión laboral se frenaba en seco.
Hoy, a punto de finalizar el año de la recuperación, pero con la preocupación que provocan hechos como la alta inflación o la guerra en Ucrania, el mercado laboral empieza a ofrecer a las personas con discapacidad mayores garantías. En este contexto, en el que las cifras de contratación remontan y con el objetivo de servir de altavoz para las demandas de las personas con discapacidad, la Fundación Adecco y Smurfit Kappa Nervión presentan el tercer informe Discapacidad y expectativas para el nuevo año, cuyas conclusiones se basan en una encuesta a 300 personas con discapacidad, en edad laboral y residentes en España.
La contratación ya supera los índices prepandemia
Durante los años previos a la pandemia, el proceso de inclusión laboral de las personas con discapacidad había experimentado un importante desarrollo. Una vez superados los peores momentos de la crisis —que supusieron un frenazo en seco de algunos índices como la contratación—, se aprecia el retorno hacia esa tendencia positiva en la evolución, por ejemplo, de la contratación de personas con discapacidad.
Durante el año 2022 (datos consolidados hasta el mes de noviembre), las cifras demuestran la consolidación de la tendencia de recuperación del año pasado en el número de contrataciones (+10%). Es más, superan la cifra prepandémica en un 5%. Si se comparan estas cifras con las de hace una década, el número se duplica. Según el SEPE: si entre enero y noviembre de 2012 las personas con discapacidad firmaron 56.800 contratos, en el mismo periodo de este año se han generado un total de 1.115.768 empleos.
Aunque algunas de estas cifras llaman al optimismo, otras no lo hacen tanto. Es el caso de la tasa de paro, que sube respecto al año pasado, situándose en el 22,5%. Se trata de un aumento de tan solo 0,3 puntos porcentuales respecto a 2021, pero supone un parón en la tendencia que se venía observando los últimos años, cuando lo habitual era un descenso de en torno a un 1,5% anual.
Datos como el de la escasa participación de las personas con discapacidad en el mercado laboral también devuelven a la realidad, ya que su tasa de actividad se reduce al 34,6%. En otras palabras, el 65,4% de las personas con discapacidad en edad laboral no tiene empleo ni lo busca, un porcentaje que ha permanecido prácticamente estancado en los últimos años. La pregunta es si mediante una mejor gestión de las políticas pasivas y activas de empleo se puede ayudar a incrementar la tasa de actividad y, como consecuencia, contribuir a mejorar la inclusión social de muchas personas con discapacidad que están fuera del mercado laboral. Según Francisco Mesonero, «las políticas pasivas de empleo no pueden convertirse en un lastre para la inclusión laboral. Encontramos algunas personas que teniendo la oportunidad de trabajar no lo hacen porque, inicialmente, son remuneraciones inferiores a las ayudas económicas que perciben».
Además, esta tasa tan elevada de personas inactivas también se debe a las dificultades para encontrar trabajo como consecuencia de los estereotipos existentes en la sociedad. «Hay personas que desesperan en la búsqueda de empleo y desisten», comenta Mesonero.
Otro de los grandes retos a asumir en los próximos años es ampliar la penetración de las personas con discapacidad en la empresa ordinaria, es decir, en entornos de trabajo normalizados. Actualmente, más de tres cuartas partes de los contratos a personas con discapacidad (75,1%) se suscriben en el ámbito protegido (Centros Especiales de Empleo), una cifra que supera en casi 10 puntos porcentuales a la de hace una década (66,9%).
Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, recuerda que: «De poco sirve que el aumento en el número de contrataciones de las personas con discapacidad se vea reflejado en los CEE, pero no lo haga en la misma medida en la empresa ordinaria. No debemos olvidar que la legislación establece que estos centros deben ser un elemento transitorio, es decir, un escalón en el proceso de inclusión laboral de las personas con discapacidad, no la meta final».
Promover la formación requerida por las empresas sigue siendo otro de los retos fundamentales para los próximos años, ya que incrementa exponencialmente las oportunidades de acceder al empleo. Los jóvenes con discapacidad, a pesar de haber experimentado un gran avance en los últimos 10 años, siguen infrarrepresentados tanto en la Universidad como en la Formación Profesional. Tampoco hay que olvidar aspectos como la transformación digital, ya que las personas con discapacidad son de las más afectadas por la brecha digital. Dotarles de las competencias digitales básicas y de aquellas que reclaman las empresas actualmente (y aquellas que reclamarán de aquí a un futuro próximo) les acercará a nuevos nichos de empleo que hace unos años ni siquiera existían.
Confianza en el nuevo año y en el mercado laboral
Si en 2021, el 65% de los desempleados no confiaba en el mercado laboral, la cifra de aquellos preocupados por quedarse atrás o por tener dificultades para encontrar empleo en el mercado laboral ha bajado en 2022 hasta el 47,8%. Es decir, más de la mitad de las personas entrevistadas (52,2%) cree que va a ser un buen año para el empleo de quienes tienen discapacidad. Un dato positivo, pero que no debe hacernos olvidar a esa mitad que no tienen confianza en el mercado laboral y cuyas expectativas para 2023 no son halagüeñas. Creen que fenómenos como la digitalización, la automatización de puestos de trabajo, la crisis que aún afecta a muchas empresas o los requisitos cada vez más exigentes de las ofertas de empleo, dificultarán la competencia y, por tanto, su acceso al empleo.
«Impulsar el empleo de aquellos que más difícil lo tienen, como es el caso de las personas con discapacidad, debe ser un eje prioritario en la agenda de todos los agentes sociales. Más aun teniendo en cuenta las perspectivas que estas personas tienen puestas en el mercado laboral. Ahora, más que nunca, debemos dar respuesta a esas demandas (y esperanzas) para confirmar que hemos dejado atrás el peor momento de la crisis y que 2023 se va a consolidar como el año de la recuperación», reflexiona Francisco Mesonero.
El empleo se mantiene como la gran prioridad para el próximo año
La confianza de las personas con discapacidad en el próximo año se ve reflejada en la elección de su principal prioridad, el empleo. Las respuestas de la encuesta lo sitúan como una prioridad absoluta. De hecho, un 91% de los encuestados elige la posibilidad de encontrar un trabajo en el centro de sus deseos, por delante de elementos como la vivienda, el ocio o las relaciones afectivas, como reflejan los datos de la siguiente tabla.
«El empleo se sitúa, año tras año, como la principal reivindicación de las personas con discapacidad. Y no es de extrañar, ya que es el elemento clave para lograr la plena inclusión que perseguimos, propósito principal de la Fundación Adecco. Además de la independencia económica, tener un trabajo les brinda otros grandes beneficios como las relaciones sociales, el reconocimiento y la capacidad de superación y de refuerzo de su autoestima», asegura Francisco Mesonero.
El pleno empleo, ¿una meta a corto o largo plazo?
Si hace un año, la mayor parte de los encuestados (46,8%), creía que la consecución del pleno empleo de las personas con discapacidad era un anhelo que las generaciones presentes no llegaran a ver, en este final de 2022 los encuestados se muestran bastante más optimistas. La mayoría de ellos (68,9%) cree que es un objetivo alcanzable en la próxima década (el 36,3% cree que se está cerca y que en 2023 se van a dar pasos importantes, y el 32,6% espera lograrlo en los próximos diez años). En el otro lado, un 8,5% amplía el plazo hasta los próximos 20 años. Por último, el 22,5% de quienes han contestado a la encuesta en la que se basa este tercer informe Discapacidad y expectativas para el nuevo año tiene menos esperanzas y cree «que nuestra generación no lo verá».
Más de tres cuartas partes de los desempleados entrevistados (78,2%) están convencidos de que encontrarán un empleo el próximo año. Del 21,8% restante, un 12,8% se muestra especialmente pesimista, al indicar que no tiene ninguna esperanza porque lleva mucho tiempo en situación de desempleo.
El optimismo de sus perspectivas laborales respecto a 2023 no resta relevancia a su preocupación por la situación del mercado laboral tras los peores momentos de la pandemia. Tanto es así, que dos terceras partes de los entrevistados (66,4%) aseguran que ahora es más difícil encontrar empleo que antes de la pandemia.
Apoyo y sensibilización empresarial, principales demandas
La mayoría de los entrevistados (59,3%) pide más apoyos dirigidos a las personas con discapacidad como orientación, acompañamiento laboral, formación o ayudas económicas. La segunda opción más demandada (43,7%) es aquella que reclama una mayor sensibilización a las empresas ya que, en general, sigue habiendo mucho desconocimiento. Por orden de importancia, el resto de medidas que deberían reforzarse en opinión de los entrevistados serían: una mayor sensibilización social, más inversión en accesibilidad para manejar dispositivos o moverse por espacios físicos, impulsar la formación superior y, por último, generalizar el teletrabajo, que es la opción menos demandada con un 16,9%.
Fuente Comunicae
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