Revista Coaching

El emprendimiento es más que condiciones personales!

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

emprendedor productivoPor Alejandro Schnarch

Una gran parte de la literatura sobre emprendedores, se refiere a los aspectos personales del emprendedor, que sin lugar a dudas son importantes, pero no son, definitivamente, los tópicos más esenciales al emprender

Se incentiva y se le da mucha importancia al ya famoso espíritu emprendedor, hay muchas instituciones gubernamentales y no gubernamentales, además de fundaciones, que promueven esta actividad, como la solución a muchos problemas económicos y sociales. Incluso en varias universidades, especialmente en las escuelas de negocios y carreras de administración, se postula, casi como un objetivo, el que sus egresados creen sus propias empresas.

Se motiva el espíritu empresarial dándole mucha importancia a las condiciones personales del futuro emprendedor, como aspectos psicológicos, habilidades, competencias, actitudes, valores, etc. Se ha llegado a decir que la actitud lo es todo a la hora de hacer empresa.

Autores diversos señalan, con diferentes palabras que “para ser un emprendedor se requiere tener cierto perfil, ciertas aptitudes y ciertas características de personalidad” … Se habla de ser creativo e innovador; enfocado a concretar; ser líder; perseverante y tolerante a la frustración; previsor y solucionador de problemas e interesado en el desarrollo personal y profesional continuo… y, “si tienes todas estas habilidades, ¡no esperes más! Estás listo para emprender tu negocio. Pero si no las tienes, no te desanimes, todas ellas pueden ser aprendidas. Busca más información al respecto, inscríbete en cursos relacionados con la habilidad que deseas desarrollar, observa quién tiene el perfil que buscas e intenta averiguar como lo han logrado. El conjunto de todas estas habilidades te convertirá en un empresario exitoso”.

Uno de los estudios más conocidos, corresponde al profesor de la Universidad de Harvard, David McClelland, un psicólogo especialista en motivación humana y emprendimiento, que determinó una lista de diez elementos de los comportamientos cruciales para que un emprendedor tenga éxito en su empeño productivo. Estos son: 1. La búsqueda de oportunidades e iniciativa, 2. Persistencia, 3. Cumplimiento de los compromisos, 4. Exigencia de calidad y eficiencia, 5. Toma de riesgos calculados, 6. Fijación de metas, 7. Búsqueda de información, 8. Planificación y seguimiento sistemático, 9. Persuasión y redes de apoyo y 10. Independencia y autoconfianza. Esta lista destacaría “los comportamientos cruciales para que un emprendedor tenga éxito en su empeño productivo”. Incluso, a partir de esta conclusión se creó un programa basado en las diez características asociadas al emprendedor exitoso que se denomina EMPRETEC e incluso es promovido por las Naciones Unidas.

Esta motivación por el logro está muy orientada a países desarrollados o a estratos relativamente altos. Por eso resulta interesante hacer la distinción entre emprendedores por necesidad y los emprendedores por innovación; los primeros son claramente el resultado de las crisis económicas recurrentes en nuestras economías que terminan por aumentar el desempleo y con ello, la necesidad de generarse ingresos. Se asocian a personas de bajo nivel educativo, se ubican en sectores tradicionales, donde la inversión inicial es pequeña (así como los rendimientos), y su cliente final es el público general. “Estos empresarios de supervivencia (como les llamó De Soto) no son negativos para un país, pero suelen ser temporales, sus negocios no crean gran valor añadido, ni se orientan a un alto crecimiento, y el contexto del nivel de desarrollo es otra limitante”.

En América Latina, la mayor parte de los emprendimientos no surgen por innovación, sino por necesidad y existe en ellos una alta tasa de mortalidad temprana, como demuestran los estudios del Global Entrepreneur Monitor.

Por ello, muchas veces las características y factores señalados como un perfil del emprendedor no siempre se dan en la práctica, ya que corresponde más bien a los emprendimientos por innovación.

Pero, en ambos casos, se suele no darle importancia a lo fundamental del emprendimiento: ¿la idea de negocio que tiene esta persona, con todas las competencias deseables, es realmente una oportunidad de mercado real y viable?… ¡No confundir una idea con una oportunidad de negocio!

Como se sabe, la tasa de fracasos de Pymes y microempresarios es bastante elevada y realmente pocas empresas sobreviven los dos años y no precisamente por los empresarios, que pueden tener todas las condiciones recomendadas, sino por razones generalmente atribuibles a temas relacionados con las innovaciones propuesta y la comercialización de las mismas.

Por eso, los cursos y programas de emprendedores deberían hacer mucho más énfasis en entregar elementos para identificar oportunidades de negocios y proporcionar mecanismos y metodologías para validar esas ideas, y especialmente facilitar su transformación en innovaciones aceptadas por el mercado.

Los futuros empresarios tienen que tener muy claro el problema a resolver y la descripción de la necesidad existente, así como la solución que proporciona la nueva empresa, incluyendo los atributos que lo hacen posible, ya que a partir de ese conocimiento, se desarrollan las características, ventajas, beneficios, valores agregados, posicionamiento y estrategias de mercadeo y ventas necesarias

La mayoría de errores y fracasos de nuevos empresarios, son por no haber estudiado realmente, si lo que proponen responde a una necesidad real del mercado por la cual existe una demanda y el determinar el cómo podrían ofrecerla (el producto y su comercialización). Es común que muchas empresas se creen sobre la base de una capacidad o conocimiento, es decir de un know-how (yo se hacer) y no de una necesidad realmente identificada, evaluada y confirmada del mercado, o sea de una verdadera demanda. No se trata de vender lo que queramos vender, sino lo que nos quieran comprar…

El marketing no es sinónimo de comercialización o venta sino que, precisamente, es el instrumento que ayuda a identificar esas necesidades, desarrollando los productos para satisfacerlas, colaborando a fijar los precios correspondientes, ofreciéndolos en los lugares adecuados y con buenas estrategias de comunicación y postventa. El marketing orienta todo el proceso mediante el cual esas ideas se transformen en productos aceptados por el mercado

Pero incluso esa creatividad para generar nuevas ideas y detectar oportunidades de negocio no conduce automáticamente a la necesaria innovación. ¡Creatividad es pensar cosas nuevas, innovación es hacer cosas nuevas! Por eso, se puede afirmar que la creatividad sin innovación es como un sueño, pero innovación sin creatividad, no puede existir…

Y como ese proceso de innovación (transformar las ideas en productos y servicios posibles) trae consigo grandes riesgos, debe ser orientado mediante el marketing, que ayuda a la identificación y validación de las ideas ante las verdaderas necesidades y expectativas del mercado, además de facilitar el diseño de los productos y la comercialización de los mismos

Decíamos que creatividad sin innovación es como un sueño y que innovación sin creatividad no puede existir, pero innovación sin marketing, no tiene sentido. ¡Creatividad, innovación y marketing en acción, son las claves del emprendedor!.

Por otra parte, sin duda el crear empresas es algo importante, especialmente como forma de generar empleo, sin embargo ese espíritu emprendedor es necesario y fundamental también en otros ámbitos. En efecto, a menudo se piensa que el espíritu emprendedor se refiere sólo a la creación y puesta en marcha de nuevas empresas, siendo que hay diferentes clases de actividad emprendedora y que este transformador y su espíritu, pueden ser puestos de manifiesto dentro o fuera de un contexto organizacional dado previamente.

Hay quienes crean empresas, pero hay quienes las transforman o mejoran. Por ello, se ha definido la actividad emprendedora como la gestión del cambio radical y discontinuo, o renovación estratégica, sin importar si esta renovación estratégica ocurre adentro o afuera de organizaciones existentes, y sin importar si esta renovación da lugar, o no, a la creación de una nueva entidad de negocio.

Pero el emprendedor se asocia con frecuencia sólo como una persona que inicia su propio negocio; aun cuando no todo negocio es innovador… Si una persona abre una tienda de comestibles tradicional, ¿es un emprendedor? Se arriesga, es cierto, pero no desarrolla nada realmente nuevo.

Diferente sería el caso de McDonald, que tampoco inventó nada, pero mediante la aplicación de conceptos de administración, marketing y producción, crea una nueva forma de comercialización. Ese sería el caso de un empresario innovador.

Por otra parte, incluso esa tienda de comestibles, al cabo de los años, puede innovarse, al igual que una gran empresa puede ser innovadora, en cualquier campo, incluyendo empresas fabriles, universidades u hospitales. En ese caso estaríamos hablando del innovador interno (ejecutivos o empleados).

La empresa “que no sea capaz de cambiar, de modificarse a sí misma para adaptarse a las nuevas circunstancias presentes y futuras, corre el riesgo de estancarse o desaparecer. Para evitarlo y por el contrario, crecer, se requiere de la capacidad de generar cosas diferentes y originales, es decir, de la creatividad, no sólo para solucionar problemas o aspectos que afecten negativamente la compañía, sino para indagar sobre nuevos enfoques de gestión que permitan buscar, construir o aprovechar oportunidades para sobrevivir y progresar”.

Así lo cree Peter Drucker, quién con su gran claridad expresa: “el empresario innovador se basa en los mismos principios, aunque el empresario sea una gran institución o un individuo que comienza solo su empresa arriesgada. Hace poca o ninguna diferencia que la empresa sea comercial o una organización de servicios públicos; ni siquiera si la empresa es gubernamental o no. Las reglas son casi exactamente las mismas; lo que sirve y lo que no sirve, las clases de innovación y dónde buscarlas”.

De acuerdo a Dehter, aun cuando “hay muchos tipos diferentes de actividad emprendedora, que requieren diferentes habilidades empresariales y que también son diferentes los riesgos y las recompensas en cada uno de ellos”. Incluso, según este autor, los roles de entrepreneur y el intrapreneur son intercambiables. Por ejemplo, un emprendedor funda y pone en marcha su empresa; la gestiona, pero también la innova y desarrolla. Dice Mauro Rodríguez, “en cualquier puesto se puede ser empresario, lo mismo que en cualquier puesto se puede ser burócrata”.

Hay una disciplina que podíamos llamar gerencia empresarial innovadora, teniendo claro que en cualquier puesto se puede ser un líder innovador o un burócrata, ya sea en empresas de bienes o servicios, públicas o privadas, grandes o pequeñas

En consecuencia, el desarrollo económico y social requiere de personas emprendedoras, tanto al interior de todo tipo de organizaciones, públicas o privadas, capaces de cambiar y mejorar productos, procesos, métodos o sistemas para hacer crecer las empresas, como personas con espíritu empresarial que creen sus propias empresas, para plasmar sus visiones y generar empleo y progreso.

En consecuencia, ¿qué es ser emprendedor?: Es una persona que ayuda a identificar y desarrollar ideas, orientando y liderando el proceso mediante el cual éstas se transforman en innovaciones, ya sea en empresas establecidas o nuevas y para ello se requiere de personas motivadas con ciertas condiciones señaladas por la literatura. Desde el punto de vista personal es una forma de vida, una alternativa de realización personal, una manera de poner a prueba la capacidad de trabajar, de competir, de innovar, de ganar, de lograr objetivos y sueños , una forma de progresar y aportar, pero esencialmente es una persona capaz de identificar ideas de oportunidades de negocio, es decir innovaciones (productos o servicios) a ofrecer en el mercado.
Autor Alejandro Schnarch

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