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El enemigo está dentro

Publicado el 30 mayo 2012 por Francisco Francisco Acedo Fdez Pereira @Francisacedo
Quiero dejar claro que estas palabras las escribo con carácter meramente personal y que, a pesar de ello, seré lo más escrupoloso que pueda, pero basándome en mis posiciones, que nunca he escondido y siendo -tal y como lo entiendo- fiel a la Verdad de forma respetuosa. Soy el único responsable de estas palabras las que, en ningún caso, vinculo a ninguna Institución a la que pertenezco. Hecho este proemio entro en materia.
No puedo dejar de mostrar mi indignación ante los acontecimientos recientemente sucedidos en Roma y de los que todos estamos informados. Podría añadir asombro pero, por desgracia, ésa es una capacidad que estamos perdiendo. Me ciño a las declaraciones del Portavoz de la Santa Sede y nada más añadiré. La presunción de inocencia en este caso no tiene cabida por la aceptación de los hechos por parte del imputado y aunque haya que ser intransigente con el pecado e indulgente con el pecador el daño ya está hecho y de qué manera. Los medios de comunicación social, que están acechando cualquier noticia que pueda resultar escandalosa procedente de los Palacios Apostólicos, afilan sus cuchillos para despedazar la presa y atacar a la Santa Madre Iglesia.
No creo que sea una mera casualidad que esta desafortunada situación haya acontecido en un momento en el que la Iglesia se ve atacada tanto por los poderes económicos como por sus adláteres políticos, ya sean liberales, socialdemócratas y socialistas quienes, por fin, se han quitado la careta. No son ya los marxistas o los fascistas los enemigos de la Iglesia, sino los defensores de las democracias occidentales, quienes cuentan, por otra parte con millones de votantes católicos, que ignoran lo que los partidos camuflados tras estas ideologías esconden.
Las teorías conspiratorias se multiplican y suceden ahora, y es que lo novelesco vende mucho y se hace ver y creer que cierta organización condenada por el Magisterio se haya detrás de todo esto. Pero eso es mera ciencia ficción para vender periódicos y revistas, más de algún panfleto o hacer documentales sensacionalistas para algún canal temático.
El único enemigo que la Santa Madre Iglesia tiene está dentro de Ella. No hay más que remontarse al Magisterio de los Pontífices desde el Beato Pío IX hasta el Venerable Pío XII para ver las advertencias y la oposición doctrinal a eso que ha sido llamado modernismo. Los últimos años del Pontificado del Venerable Pío XII pueden ser un ejemplo harto elocuente de cuanto digo. No entraré en el Cónclave que eligió Papa a Roncalli y sus pormenores que mucho han trascendido, ni las consecuencias que tuvo esa elección que se ha hecho ver como un premeditado Pontificado de transición. Nadie, con dos dedos de frente, puede sostener esa tesis. Para quien no sepa de qué escribo le invito a indagar sobre el susodicho Cónclave, pero frente a la imagen de Papa bueno y bonachón de Roncalli suele ocultarse la prohibición que sobre él pesaba para enseñar y su exilio dorado como Patriarca de Venecia. Cierto que es el Espíritu Santo quien sopla, pero no es menos cierto que la Barca de Pedro ha estado, en ocasiones, gobernada por inexpertos marineros o directamente a la deriva. El Paráclito no sopló hacia Venecia, pero ya se encargaron algunos de hacer que las cosas fueran a su gusto.
Comienzo del fin de la Tradición, triunfo aparente del modernismo en un Concilio que nadie se ha tomado la molestia de leer y a cuyo espíritu todos apelan sin saber muy bien a qué se refieren. Para que el propio Montini dijera que el humo de Satanás se colaba por las rendijas de la Iglesia, cómo sería la cosa. Esta división, esta fisura, esta ruptura es el único enemigo de la Iglesia. Laicos, religiosos, sacerdotes y jerarquías confundidas que desprecian la Verdad y que ensalzan algo que no es Iglesia. Otros tantos que defienden la Tradición del único modo en que la Iglesia la entiende y contra los que los modernistas han levantado una cruzada paralela a la de los laicistas, si no más furibunda.
El Concilio Vaticano II fue ecuménico, no dogmático, y no puede entenderse sin la Tradición de los veinte siglos anteriores. No estoy hablando de cuestiones litúrgicas, sino teológicas, porque la Liturgia no es más que la Teología aplicada. Así pues, algunos han creado una nueva iglesia, otra cosa que no es la Santa Madre Iglesia y que pretenden hacernos tragar con ruedas de molino. Resulta paradójico que en muchas ocasiones me sienta más cercano a un hermano ortodoxo o anglicano, pese a las diferencias dogmáticas, que a muchos católicos. La diferencia está en que los primeros han conservado la esencia de la Tradición, mientras que los segundos ni la conocen, y menos aún el Magisterio o la Palabra, de la que hacen interpretaciones que no caben ni en la cabeza de un protestante.
Así pues el enemigo está dentro, empujado por ese modernismo trasnochado, soberbio creador de un dios a medida del hombre, que vació templos y seminarios, alejó las almas de la trascendencia y puso en bandeja millones de católicos para el secularismo y el materialismo.
Cincuenta años de desmanes que esperemos vuelen cuando desaparezca esa generación y sus epígonos, si Dios no lo remedia. Es más que comprensible que mil millones de católicos posean diversos carismas, pero siempre inspirados por la Verdad y mientras luchamos por que sólo Cristo luzca, debemos estar junto a Pedro y bajo Pedro por el bien de la Santa Iglesia. El enemigo está dentro

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