por Angel Largo
Desde hace un tiempo he comprobado que nosotros mismos somos nuestro peor enemigo. Nos decimos las cosas más crueles y podemos imaginar cosas que finalmente no ocurren o no tienen nada que ver con la realidad, pero que nos torturan de la manera más dura, peor incluso que cualquier tortura medieval.
En la edición de Expomanagement de 2012 tuve la oportunidad de asistir a la Conferencia de Silvia Escribano donde hizo una reflexión sobre este asunto. Silvia afirma, con absoluto acierto a mi entender, que todos tenemos un Censurador interior que nos dice lo que teníamos haber hecho, o dejado de hacer. O nos dice que podíamos haber dado más, o que no dimos lo suficiente. Este Censurador se convierte indefectiblemente en nuestro peor enemigo, ya que condiciona nuestras acciones, nuestra forma de pensar y nos genera una serie de pensamientos que pueden llegar a formar parte de nosotros.
En muchas ocasiones, en mi vida diaria, me encuentro con auténticos torturadores de su persona, que se repiten frases tan lapidarias como:
- “No tengo amigos”
- “A mi edad ya no encontrare trabajo”
- “Tengo mala suerte, solo me pasan cosas malas”
- “Creo que estoy fallando a mi familia”
- “Me siento muy solo”
- “Sé que caigo mal a la gente”
- “No me siento persona”
Y muchas más frases que seguramente se repiten a menudo y que llegan a formar parte de sus creencias habituales.
Uno de los problemas con los que mas me encuentro últimamente es con la sensación de “inutilidad” por estar sin trabajo. En varios artículos anteriores ya tocaba este tema. En Cuanto Talento desaprovechado hablaba de una persona que lloraba todos los días y que se sintió Persona porque había venido a verme y se había puesto el traje, cosa que no ocurría desde hace tiempo. En el artículo La frustacion de estar sin trabajo narraba la historia de una persona que, tenía tal estado de frustración, decidió mandar un mensaje a todo aquel que conocía o tenia contacto a través de redes sociales, para “desahogarse” por su situación actual. En mi artículo Jubilados a los 45 hacia una reflexión sobre las “prejubilaciones” realizadas y las personas que creen que no van a encontrar trabajo porque tienen más de 45 años.
Esta realidad martiriza a muchas personas y les hace ponerse en cuestión a sí mismos y a su valía personal y profesional. Practican con ellos mismos la tortura del “gota a gota”, donde sus pensamientos negativos van cayendo como gotas en su cabeza, una tras otra, teniendo como consecuencia la “perforación de su alma”.
Otro problema con el que me encuentro a menudo es la Soledad que dicen tener muchas personas. Se sienten Solos aunque estén rodeados de personas. Ven a su alrededor incomprensión, indiferencia, y mucho individualismo. Es tal su nivel de “aislamiento” que se condenan a sí mismos al ostracismo y a la falta de comunicación. El Ser Humano se diferencia de otras especies animales por sus Relaciones Sociales. El Individuo nunca podía haber llegado a los niveles de desarrollo si no hubiera tenido vínculos estables entre ellos. La negación de esa forma de Comunicación puede suponer la negación de uno mismo. Es tal el sufrimiento que sienten estas personas, que incluso sus familiares cercanos, sienten que no les comprenden y aumentan su sensación de soledad en compañía de otros. Hace poco una persona me dijo “Mi mujer y mis hijos no me entienden, y yo a ellos tampoco”. ¿Es tal el nivel de abandono que tenemos que creemos que nuestros seres queridos no están con nosotros?
Quiero romper una lanza a favor de los psicólogos, psiquiatras y todo tipo de profesionales que ayudan a todas aquellas personas que sufren, lo pasan mal y se castigan, ya que ellos “salvan” tantas vidas como los médicos que operan en una sala de un hospital. Mi mayor respeto y admiración con todos aquellos que de alguna manera ayudan al Ser Humano a poder aceptarse, comprenderse y desarrollarse para seguir adelante.
Fue Viktor Frankl uno de los grandes Psiquiatras que hablo de la Actitud con la que nos enfrentamos a las cosas. El, que vivió seguramente una de las experiencias más difíciles para un ser humano, como es estar en un campo de concentración nazi, decidió como le afectaban las cosas que ocurrían a su alrededor, y que actitud debía tomar en cada una de las situaciones que le acontecían. Fue esa actitud ante la vida la que le sobrepuso a la terrible situación vivida y le llevo a escribir más de 30 libros, a enseñar en la Universidad de Viena hasta los 85 años, y a ser un escalador de montañas, hasta bien avanzada edad. Su libro “El hombre en busca del sentido”, es un referente para todo aquel que crea deba enfrentarse a las vicisitudes de la vida.
Hace poco he recibido un mensaje de un buen amigo con lo que ves a continuación. Mi propósito es ponerme ese traje todos los días de mi vida.
Autor Angel Largo
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